Mientras no estaba esperando y dijo... (probando, prabando, sí, bueno...)

En el recuerdo que bien tenía impuesto, por razones que obviamente el desconocía del todo, incluso en toda su totalidad. No guardaba rencor alguno en su estomago, espacio diezmado por el sueño. Seguía. Y esperando, mirando de soslayo, otra mirada disléxica, no la suya en el espejo, otra mirada, atormentaba su mano en el espacio vacío no constituido de nada ni vértice no cerrado de la nostalgia impura de sus pensamientos como chocolates esperando perros. Seguía o aguardaba. Para incluirse en él mismo -sí mismo posiblemente- otro espacia, no debía cerrar los ojos mientras bostezara, abrir la boca, babear. Entonces se dio cuenta que era todo un juego que esperaba replegado como una oración que a la vez contenía infinita información anidada como una bolsa de canicas que no contenía canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas si bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas que no contenían canicas sino bolsas de canicas, las cuales sí, finalmente, contenían canicas.