17/4/09

Un tributo a Heitlegger... perdon, a Heidegger


Ayer terminé un capítulo de mi investigación en el que me jodo a Heidegger. No es que sea necrófilo, pero me gustó; lo malo de los muertos es que no emiten el más mínimo sonido. Sé que esto es pretencioso, pero quizá más pretencioso sería pretender no ser pretencioso. Les pondría el texto, pero es muy largo, árido y todo eso; y si pongo una parte no se va entender, y si lo pongo todo alguien podría morir de aburrimiento. Entonces les dejo un dibujito. Pensarán, tal vez, que es una ofensa, y sí… pero en muchos sentidos también es un tributo, después de todo uno no puede criticar a ningún filósofo sin antes haberlo leído con cierta pasión, hasta el asco, a veces. En un futuro yo quisiera que alguien me hiciera caca, que destruyera mis pensamientos, de los que seré culpable por haberlos escritos. Como sea…





Nietzsche escribió algo así como que (cito no textual) “no hay nada peor que esperar un Griego y encontrase con un Alemán”; pero yo creo que es peor esperar un Alemán del siglo XX y encontrase, otra vez, con un intento de griego del antes de Cristo.

14/4/09

Regresado

Finalmente terminé en otro lado, uno que no mira ni hacía el este ni al oeste, más bien hacia el sur, un poco al oeste. Así que allí, el sol ni nace mojado ni se muere ahogado. Extrañamente no había pensado en esa posibilidad. La vida se llena, quizá justamente en los vacíos, con el significado que le damos a las cosas, a los lugares, a los momentos, a las personas; aunque pasa, también, exactamente al revés. Como sea, no ver el sol muerto en el límite del agua, ni esperarlo para señalar el inicio del día (algo que nunca he hecho, mis días no nace, mueren), fue visionario.




Cierto, ya no me atrevería a arrancarle la tenaza a un cangrejo… de hecho, creo que nunca lo hice. Menos, claro, si es un cangrejo ermitaño.




Pensaba contarle mi secreto a un hoyo hecho por un cangrejo en la arena, como esa historia en “in the mood for love” y en “2046” (que acabo de ver ayer y me hizo llorar, y sí, soy cursi y qué), que dice que los antiguos chinos cuando tenían un secreto que no querían contar a nadie, subían a una montaña y buscaban un árbol en el que hacían un hoyo y le susurraban el secreto, luego lo tapaban con barro. Mi método tenía la ventaja de que la pleamar se llevaría el hoyo con todo y secreto. Sólo que una vez allí, me di cuenta que ya no había secreto que contar, que el drama se había acabado, que cada vez queda menos de todo y más de sólo un nombre de siete letras, como el zurrón que dejan algunos insectos para poder crecer, un espacio vació que guarda apenas las reminiscencias superficiales de algo que fue, que no es un camino sobre el cual podríamos volvernos. Parece que siempre estamos al borde del olvido, de olvidar y ser olvidados. Sólo la persistencia, y la insistencia como algo que fue y quiere seguir siendo nos aleja de ese emborronamiento, como volver siempre a dibujar una imagen que a diario es borrada. Un rio nunca es el mismo, pero insiste siempre en parecerse a lo que fue a cada instante que pasa; aunque la lluvia y nuestras manos le jueguen chueco. Entonces, recordar no es volver a vivir, revivir lo pasado, sino que revivir es construir el recuerdo, volver a escribirlo para que no se pierda, cada vez, entre paso y paso, momento y momento, quizás un poco como el teléfono descompuesto.


[Tembló mientras estaba acostado prácticamente sobre la tierra, quizá será lo más cercano que estaré de un temblor, de la tierra… como cuando recostada mi cabeza sobre su vientre le gruñeron a ella las tripas… sólo olvido, aún se dibujan ciertos recuerdos (como no recordarte mientras el agua salada me lame los pies, una y otra vez, y las olas suenan como el estomago de una animal con un hambre milenaria, que se vuelve a dibujar, cada vez, un poco diferente, un poco igual); no obstante…]


8/4/09

Un pequeño viaje

Me marcho al extremo occidente. Se queda Julio, como descubrirán él hablo poco o, más bien, nada.

“El aire arrastraba un mechón de pelo sobre su frente demasiado clara, como el guiño del momento, de que algo se avecinaba. Cosas que sólo podían decirse con cierto retraso, re-trazando el momento con algo que no era lo que se decía. Entonces, miraba hacía ningún lugar, hacía como que miraba, y, volteando lentamente, retirando el pelo de su frente, como si abriera el telón a un espectáculo patético, mirándome quizá por sólo un segundo, se dirigió a mí con voz suave.
-Descubrirás que, a diferencia de cuando eras un niño, ya no tendrás la sangre fría para arrancar la tenaza a un cangrejo y regresarlo al mar desarmado.
“Quizá no”, dije yo. En el fondo, sin saber qué decir, sólo un acto mecánico. ¿Qué significaba? ¿Estar envejeciendo?… Envejecer es llenarse de nuevos miedos, es volverse consiente, llegar siempre tarde por detenerse a pensarlo.
Ahí, en el centro, entre el ruidero de los carros, el bullicio de la gente, a mitad de un lugar informe de materias muertas, tan lejos de la orilla, de la lengua salada del mundo que lamió nuestros pies cuando fuimos los dos niños, ella me recuerda esto, sabiendo que me recuerda a ella; otra que no es ella…
El silencio nos envenena como el oxigeno a peces fuera del agua.”

Track para este viaje: Yumeji’s theme + Angkor Wat Theme Finale.

(Tengo que conducir varias horas y me duele la espalda… ¡Puta madre!
Nos vemos en unos días.)

6/4/09

Si el coco fuera asiático o Paganini tocado por una niña china

El coco debía ser un asiático bajo la cama. Qué miedo... A oscuras, te cubres con las cobijas pero la angustia no se va. Te imaginas a Akira Kurosawa, entre la oscuridad y el polvo de debajo de la cama, con su piel súper liza y sus cachetes regordetes; nada te dice, no dice ¡buu!, pero sabes que te mira, sin poderlo ver mirarte, desde detrás de sus gafas oscuras. O Yoco Ono, gritando como en ese track de Sonic Youth (Voice Piece For Soprano) con su pelo de campesina del siglo XVI. Quizá se sale de debajo y comienza a tocarte y mirarte con sus ojos de hormiga, tal vez empieza a parecerse a Lyn May, Lyn May a una máscara de samurái; y lo más terrible es que tienes una erección o te percatas, por cierta humedad entre tus piernas, que estás excitada… cómo, por qué… es un misterio, como un haiku que habla sobre el vacío pero nadie entiende, claro, excepto los japoneses o los chinos, que pueden dibujar tu alma con un trazo largo y rápido de tinta china sobre papel arroz. O podría ser Yukio Mishima con el vientre eviscerado, haciendo gárgaras con sangre, algo que justo antes del final suena a como hacer el amor; la sangre se derrama por todo el piso de tu habitación; “la gloria es amarga”, pero esta huele a pollos degollados y excremento. O un personaje de una película de Takachi Miike, Ichi, the killer, está bajo tu cama, temblando, angustiado después de haber matado a una docena de Yakuzas casi sin querer, casi sin querer podría partirte en dos antes que dijeras: ¡hay!

No sé, debe ser el hecho de que son una cultura tan diferente a la nuestra. Es increíble su capacidad de disciplina. Hoy encontré un video de una niña china que toca la guitarra clásica como si fuera de otro planeta. Toca el capricho No. 24 en A menor de paganini, la-la-la-do-si-la-mi-mi… se los iba cantar pero tengo fea voz. Muchos preferirán la versión original para violín, pero la onda es que las transcripciones suelen complicar las cosas. Quizá de violín a guitarra no hay tanto problema, es un instrumento melódico y no armónico con un registro pequeño, hay piezas para piano que no se podrán tocar en guitarra nunca, bueno, hasta que a uno de esos chinos le salga otra mano. Como sea, la afinación del violín es muy diferente a la de la guitarra y las posiciones quedan a veces incómodas. Además es bien sabido que paganini compuso madres bien difíciles de tocar porque tenía las manos del tamaño del culo del mundo. ¿Cómo es eso? Pues no sé, pero los argentinos siempre mandan a toda la gente allá, así que ha de ser un lugar bien grande. Por cierto, de las cosas que más recuerdo de argentina es una película (Happy together) que filmó un chino, Wogn Kar Wai, que seguro no se parece nada a argentina, porque ese tipo hace que todo se vea fascinante, hasta uno se enamora de Norah Jones en “My blueberry nights” y no es como que la chica más bonita… me imagino esa escena en “In the mood for love”, una chica china, elegantemente vestida, camina no lenta, sino cadenciosamente, con un termo en la mano que contiene tallarines, al ritmo de “Yumeji’s theme” (que, por cierto, está entre la lista de canciones que me hacen llorar, aunque no tenga letra, aunque no sea canción pues) en un pasillo oscuro iluminado apenas por unas lámparas de luz amarillenta. Está bien, ya me salí del tema, pero acordándome de Kar wai, me daría más miedo encontrarlo a él debajo de la cama que a Kurosawa, ‘ta más feo.
Estaba con Paganini, entonces. Lo que es bien sabido de Paganini es que son puros mitos eso de las manos grandotas, sólo las tenía como las del güey ese de los cuatro fantásticos que tiene el culo de chicle, bueno es una probabilidad. Lo que es cierto es que, como sea, sus obras son difíciles de tocar. Todos amamos a Paganini por eso, amamos lo difícil, si alguien tocará el capricho No. 24 con las orejas lo amaríamos más, porque sería más difícil… Está bien, estoy exagerando, no siempre pasa así. Como sea es una pieza difícil, y también bella, más las dificultades que agrega la transcripción a la guitarra, más las dificultades de la guitarra para sacarle un sonido limpio. La guitarra clásica es un instrumento muy primitivo, el interprete interviene directamente en la producción del sonido, a diferencia de un piano, por ejemplo, así que tiene sus ventajas y sus desventajas; es muy pobre en cuanto a la intensidad de sonido que se le puede sacar pero muy rica en cuanto a variaciones de timbre. Bueno, el punto es que esta niña, Lie Ji, toca que de verdad da miedo. No equivoca ninguna nota, ni poquito, tiene un sonido que es casi perfecto y sabe interpretar, entiende lo que está haciendo, todo el fraseo y esa cosas. Cuando alguien no sabe interpretar bien, que no sabe lo que está tocando, es como si le das a alguien a leer en voz alta un texto de una lengua de la que sólo conoce las reglas fonemáticas, aunque lo pronuncie bien, alguien que entiende el idioma sabe que el que lee no entiende lo que está leyendo, no llega ni a simulacro. Además, no es algo aislado, como que se la pasó estudiando el capricho No. 24 desde los siete años y pos así quien no. Por el contrario, parece como de apenas catorce y tiene un repertorio que asustaría a cualquier guitarrista profesional de treinta años o más.

Chale, ya hice esto bien largo. Ya me voy pues. Algún día seré disciplinado como los orientales y les voy a dar mucho miedo. Mientras me voy a aplastar y a darme unas chelas. Hay les dejo el video… estos niños como súper dotados o los artistas en general que consagran toda su vida a el perfeccionamiento de un arte, me producen cierta melancolía absurda, o es lo absurdo lo que es melancólico… bueno, espero no tengan pesadillas con un asiático bajo su cama.


3/4/09

Una sombra parada en la pared

Creo que a veces soy mejor escribiendo cometarios que haciendo post, como sea siempre está la opción de hacer un post con los comentarios, hay que economizar ¿no?...

“La sombra es como lo que va dejando el que escribe, que se arrastra a su paso, esta línea, por ejemplo, de la que no puedo deshacerme. El intento fallido de querer decir y sólo decir algo, alguna otra cosa tal vez, como las pruebas de un crimen que no ha sucedido, pero del que somos culpables. La sombra es el intento fallido en el que queremos decirnos, sin conseguirlo.”


[comentado en: moni zombie]

2/4/09

Sobre lo bueno y lo malo de no tener amigos

[Diálogo 1: Julio y °venganza]

Julio: Lo mejor de no tener amigos es que jamás tendré que ir al velorio de uno.
°venganza: ¿Y lo malo?
Julio: Pues un chingo de cosas… pero me aguanto como los meros cobardes.
°v: Bueno, pero eso del velorio lo dices porque no te gusta asistir a lugares donde se reúnan más de tres personas. Contándome a mí, a lo mucho no te sentirías incómodo con otro más; sólo uno, que fuera del sexo que llamamos femenino, preferentemente.
J: Sabes que no me gusta llamar la atención.
°v: No es que no te guste es que, según yo sé, no sabes. Y como quieres que toda la atención esté sobre ti… el que sólo haya una persona más lo facilita.
J: Tal vez… ¿Pero tú cómo podrías saberlo? ¿Y por qué dices eso del velorio?
°v: Porque así es. No puedes tener miedo a una pérdida… ni siquiera puedes tener empatía sobre las cosas de la muerte. Sería como pedirle a un vaso de leche que se imaginara lo que es estar embarazado o que te explicara de forma coherente cómo se siente besar a alguien que has amado; ni yo podría, de hecho.
J: Te estás perdiendo en el camino, eres un charlatán. De verdad que no sé cómo es que aún hablo contigo.
°v: Simple. No puedes evitarlo… Aunque quizá tienes razón. Lo que quería decir es que eso de lo bueno de no tener amigos aplica en ti a que no tendrías que asistir a alguna reunión con su familia, a algún cumpleaños. No porque te importe, no porque te conmueva; sólo porque no soportas a la gente.
J: Pero no puedes saberlo. Son sólo conjeturas. No puedes pretender mirar más allá de tus propios pensamientos.
°v: Quizá no. Pero lo sé todo de ti. Yo te puse ese nombre del que siempre te quejas, porque sabía que te quejarías…
J: Pero en el fondo no tienes idea. Ve cómo estás temblando. Siempre dudas, a diferencia mía. Todo esto que te imaginas es justamente lo contario. Aquello que crees verdad, sin contar que jamás podrás pasar de ese creer… es justamente lo contrario. No te has dado cuenta que el mundo está invertido…
°v: Tú qué puedes decir… sólo blofeas.
J: Quizá, pero estás entrando en pánico. Lo cierto es que yo sé cosas de ti que ni siquiera tú sabes y que jamás podrás saber. Porque tienes miedo… ¿Te ríes?... ¿Has visto como llorar y reírse son muy parecidos?... Es lo mismo que el sol en el oriente al alba y el sol en occidente al ocaso.
°v: Puedes pensar lo que quieres, puedes pretender lo que quieras, puedes decir, sentir lo que quieres; porque es, y tú lo sabes, lo que yo quiero, aunque yo no lo sepa. Puedes entonces querer seguir con esta farsa, hacerte el interesante; pero yo, sólo yo, puedo hacer que te calles.




J: Ja...

¿Continuará?...

Moraleja 1: “Lo mejor de no tener amigos es que no asistirás al velorio de ninguno de ellos”