18/5/10

Réquiem

*Ya sabe, si la imagen y/o el reproductor no aparece oprima f5 las veces que sea necesario hasta que el problema se solucione; sea paciente o miénteme la madre; para el caso da lo mismo, me unto mantequilla.








La verdad de la historia es que mi gata mató un pequeño conejo, lo cual fue una verdadera pena. Esto no es porque crea que a ningún conejito del mundo le deba dar muerte algún depredador, sino porque mi gata no es ya un depredador legítimo, entonces no tiene ningún caso, ha sido una muerte inútil. Tampoco puedo culparla a ella, porque acaba de parir cuatro gatitos, y ha sido una madre excelente, protegería sus críos hasta la muerte, entonces está un poco o un mucho agresiva, y le ha dado por, además de pararle unas putizas a la perrita que tiene mi madre, salir a cazar. Entonces mi modo de hacer algo para guardar la memoria de un inocente fue hacerle un retrato y componerle un réquiem. Pero buen, la verdad, verdad de las cosas es que soy un necrófilo y que apenas enjugue las dos lágrimas que derramé al ver al pequeño conejo acecinado, no puede dejar de sentir una necesidad un tanto morbosa de ir corriendo por la cámara y de marcarle a él Dolorosa para enterarlo de lo sucedido y que teníamos que componerle algo; bueno, en realidad yo no compuse nada, todo lo hace él, yo sólo doy las ordenes y él obedece dócilmente. Así, admitiendo un poco esto, el hecho de que la mayoría de las veces se esconde una oscura intención detrás cada acto, y a veces ni se esconde tanto, debo admitir mis tendencias necrófilas. Nunca he sentido una imperiosa necesidad de follarme un cadáver, así que esto no debe ser una parafilia, de hecho mis preferencias sexuales son bastante banales, culos, tetas, pussys, estructuras femeninas para resumir; pero si yo fuera usted y estuviera muerto, tomaría mis precauciones si yo anduviera cerca. Pero bueno, la verdad, verdad, de la historia es que mi gata parece haber recibido una maldición Kármica; el karma me la pela pues, pero así parece. Se le ha inflamado la lengua, de suerte que no cabe más en su hocico y la trae un poco de fuera como si tuviera atorada alguna cosas inmunda, ominosa y viscosa, en el gaznate. He tenido, por lo tanto, que meterla a su jaula y llevarla al veterinario, para varía y pareciera que eso del karma también me toca a mí, por el momento no tengo auto. Usted sabe, cuando uno necesita las cosas nunca están disponibles, normalmente el carro me sirve para puras estupideces, como llevarme cómodamente al trabajo o dar paseos vanos que envilecen el alma. Si usted se pregunta por qué Borges nunca tuvo auto, cómprese uno y verá como se ha vuelto más imbécil desde que lo tiene. Aunque claro, eso de idiotizarse un poco a mí me va de maravilla, tanta inteligencia como de la que soy poseedor es un insulto, cof, cof… ok, resulta que he caminado cargando la jaula de la gata, con la gata adentro, por supuesto, hasta la veterinaria más cercana, y cuando llego me entero que la médico se ha ido a un curso por varios días y que no pueden atenderme por el momento; bueno, no a mí, a la gata. “Mierda -pienso- esta pinche gorda se fue seguro de vacaciones y me deja aquí tirado la muy puta con mi gata que tiene un problema de sobrepeso en la lengua”, y la verdad es que nunca he visto a la veterinaria esa, pero imagino que es gorda, porque no he visto muchas veterinarias con cuerpo de supermodelo y porque, aunque sea de lo más bajo y patético, es más fácil maltratar a alguien feo y gordo que lo contrario. Tengo entonces que caminar otras cuadras hasta llegar a la otra veterinaria menos cercana, por fin me atienden y todo, salgo y empieza a llover un poco. Que padre ¿no? Así que la verdad, verdad, verdad de la historia es que esto es como pago en especie para revertir esos malos karmas, en los cuales ni creo. Pero bueno, la verdad, verdad, verdad, verdad de la historia, es que tal vez nada de lo anterior sea la verdad de la historia. Lo que sé es que todo esto es exhibicionismo, como los niños presumiendo a sus padres sus deposiciones, y que por el momento no tengo nada más interesante que contar que mi gata acecinó un pequeño conejo y que se le ha puesto la lengua gorda como el señor barriga, y que no tengo otros motivos más inspiradores para producir imágenes u obligar a él Dolorosa a que componga una pieza… un saludo a todos los niños del mundo entonces.

4/5/10

A una suicida

Quiérete como si me quisieras y fuera yo tu amor nunca encontrado.
Quiérete como el dolor que florece en tu pecho oscuro como caverna.
Quiere querer tu dolor y quiéreme como el odio que no me has tenido.

Mira tu sangre, entonces, que cabe en un frasco no muy grande de cristal.
Mira tu cuerpo, dentro de una caja no más grande que un refrigerador.
Mira tu corazón que, extirpado, no se distingue del de un cerdo.

Escucha tu voz cuando la soga constriña tu cuello y tus orines desciendan las piernas.
Escucha mi voz aquella tarde que me ahogué en un río y mi cara apareció azul en el agua verde.
Escucha el canto de los pájaros volando aprisa ese día que estallaron las bombas.

Lo has visto, no has escuchado nada.
Como la voz del niño que le suplicaba a la madre cuando lo sofocaba bajo su almohada.

No te salves, entonces, con el filo de un cuchillo yendo más allá de tu piel, dejando un charco de sangre.
No te salves con la velocidad de un carro fracturando tu cuerpo, arrancándote la piel de un tajo.
No te salves con el peso de tu cuerpo en caída libre, que quedará dislocado en un piso cuarteado.

Sacrifícate, con la vida que guarda tu llanto como una tormenta en un día de primavera.
Sacrifícate, por el dolor que tira de ti y tú te dejas hundir para poder mirar desde abajo.
Sacrifícate, porque qué más da, ¿no parece más interesante que un velorio lleno de llanto?

Amante, ve que la muerta igual te espera en cada esquina, que tus huesos igual se irán al carajo.
Mi suicida, niña estúpida, no ves que la vida no vale.
Ve a cazar mariposas negras en la noche, sal a cortar girasoles con el sol en tu rostro,
y déjate arrastrar como las nubes,
tormentosa y atormentada.

Se cínica, sonríeme, no te salves, sacrifícate,
no ves que la vida no vale, por qué la muerte lo haría…
Sonríeme, y vamos a pescar atardeceres sangrientos.