23/6/10

Lo mío lo mío

“Lo mío lo mío, es desaparecer, es no decir adiós, es la inconstancia en la que tenazmente me disciplino, la des-costumbre a la que me consagro y acostumbro. Si mañana me fuera, nadie sabría a dónde me he ido, nadie sabría dónde buscarme. No podría ser más fácil que hoy... no prender la computadora, tirar el celular. Voilà.”

18/5/10

Réquiem

*Ya sabe, si la imagen y/o el reproductor no aparece oprima f5 las veces que sea necesario hasta que el problema se solucione; sea paciente o miénteme la madre; para el caso da lo mismo, me unto mantequilla.








La verdad de la historia es que mi gata mató un pequeño conejo, lo cual fue una verdadera pena. Esto no es porque crea que a ningún conejito del mundo le deba dar muerte algún depredador, sino porque mi gata no es ya un depredador legítimo, entonces no tiene ningún caso, ha sido una muerte inútil. Tampoco puedo culparla a ella, porque acaba de parir cuatro gatitos, y ha sido una madre excelente, protegería sus críos hasta la muerte, entonces está un poco o un mucho agresiva, y le ha dado por, además de pararle unas putizas a la perrita que tiene mi madre, salir a cazar. Entonces mi modo de hacer algo para guardar la memoria de un inocente fue hacerle un retrato y componerle un réquiem. Pero buen, la verdad, verdad de las cosas es que soy un necrófilo y que apenas enjugue las dos lágrimas que derramé al ver al pequeño conejo acecinado, no puede dejar de sentir una necesidad un tanto morbosa de ir corriendo por la cámara y de marcarle a él Dolorosa para enterarlo de lo sucedido y que teníamos que componerle algo; bueno, en realidad yo no compuse nada, todo lo hace él, yo sólo doy las ordenes y él obedece dócilmente. Así, admitiendo un poco esto, el hecho de que la mayoría de las veces se esconde una oscura intención detrás cada acto, y a veces ni se esconde tanto, debo admitir mis tendencias necrófilas. Nunca he sentido una imperiosa necesidad de follarme un cadáver, así que esto no debe ser una parafilia, de hecho mis preferencias sexuales son bastante banales, culos, tetas, pussys, estructuras femeninas para resumir; pero si yo fuera usted y estuviera muerto, tomaría mis precauciones si yo anduviera cerca. Pero bueno, la verdad, verdad, de la historia es que mi gata parece haber recibido una maldición Kármica; el karma me la pela pues, pero así parece. Se le ha inflamado la lengua, de suerte que no cabe más en su hocico y la trae un poco de fuera como si tuviera atorada alguna cosas inmunda, ominosa y viscosa, en el gaznate. He tenido, por lo tanto, que meterla a su jaula y llevarla al veterinario, para varía y pareciera que eso del karma también me toca a mí, por el momento no tengo auto. Usted sabe, cuando uno necesita las cosas nunca están disponibles, normalmente el carro me sirve para puras estupideces, como llevarme cómodamente al trabajo o dar paseos vanos que envilecen el alma. Si usted se pregunta por qué Borges nunca tuvo auto, cómprese uno y verá como se ha vuelto más imbécil desde que lo tiene. Aunque claro, eso de idiotizarse un poco a mí me va de maravilla, tanta inteligencia como de la que soy poseedor es un insulto, cof, cof… ok, resulta que he caminado cargando la jaula de la gata, con la gata adentro, por supuesto, hasta la veterinaria más cercana, y cuando llego me entero que la médico se ha ido a un curso por varios días y que no pueden atenderme por el momento; bueno, no a mí, a la gata. “Mierda -pienso- esta pinche gorda se fue seguro de vacaciones y me deja aquí tirado la muy puta con mi gata que tiene un problema de sobrepeso en la lengua”, y la verdad es que nunca he visto a la veterinaria esa, pero imagino que es gorda, porque no he visto muchas veterinarias con cuerpo de supermodelo y porque, aunque sea de lo más bajo y patético, es más fácil maltratar a alguien feo y gordo que lo contrario. Tengo entonces que caminar otras cuadras hasta llegar a la otra veterinaria menos cercana, por fin me atienden y todo, salgo y empieza a llover un poco. Que padre ¿no? Así que la verdad, verdad, verdad de la historia es que esto es como pago en especie para revertir esos malos karmas, en los cuales ni creo. Pero bueno, la verdad, verdad, verdad, verdad de la historia, es que tal vez nada de lo anterior sea la verdad de la historia. Lo que sé es que todo esto es exhibicionismo, como los niños presumiendo a sus padres sus deposiciones, y que por el momento no tengo nada más interesante que contar que mi gata acecinó un pequeño conejo y que se le ha puesto la lengua gorda como el señor barriga, y que no tengo otros motivos más inspiradores para producir imágenes u obligar a él Dolorosa a que componga una pieza… un saludo a todos los niños del mundo entonces.

4/5/10

A una suicida

Quiérete como si me quisieras y fuera yo tu amor nunca encontrado.
Quiérete como el dolor que florece en tu pecho oscuro como caverna.
Quiere querer tu dolor y quiéreme como el odio que no me has tenido.

Mira tu sangre, entonces, que cabe en un frasco no muy grande de cristal.
Mira tu cuerpo, dentro de una caja no más grande que un refrigerador.
Mira tu corazón que, extirpado, no se distingue del de un cerdo.

Escucha tu voz cuando la soga constriña tu cuello y tus orines desciendan las piernas.
Escucha mi voz aquella tarde que me ahogué en un río y mi cara apareció azul en el agua verde.
Escucha el canto de los pájaros volando aprisa ese día que estallaron las bombas.

Lo has visto, no has escuchado nada.
Como la voz del niño que le suplicaba a la madre cuando lo sofocaba bajo su almohada.

No te salves, entonces, con el filo de un cuchillo yendo más allá de tu piel, dejando un charco de sangre.
No te salves con la velocidad de un carro fracturando tu cuerpo, arrancándote la piel de un tajo.
No te salves con el peso de tu cuerpo en caída libre, que quedará dislocado en un piso cuarteado.

Sacrifícate, con la vida que guarda tu llanto como una tormenta en un día de primavera.
Sacrifícate, por el dolor que tira de ti y tú te dejas hundir para poder mirar desde abajo.
Sacrifícate, porque qué más da, ¿no parece más interesante que un velorio lleno de llanto?

Amante, ve que la muerta igual te espera en cada esquina, que tus huesos igual se irán al carajo.
Mi suicida, niña estúpida, no ves que la vida no vale.
Ve a cazar mariposas negras en la noche, sal a cortar girasoles con el sol en tu rostro,
y déjate arrastrar como las nubes,
tormentosa y atormentada.

Se cínica, sonríeme, no te salves, sacrifícate,
no ves que la vida no vale, por qué la muerte lo haría…
Sonríeme, y vamos a pescar atardeceres sangrientos.


28/4/10

Huapangos


…tomamos la carretera federal 57, la cual tiene harta carga vehicular a todas horas, constituida en su mayoría por camiones de carga que se dirigen a la ciudad de México. No obstante, y gracias a una cantidad de factores más o menos enumerables que siempre pueden simplificarse en Dios, el tránsito está fluido y la gran mayoría manejamos a exceso de velocidad. Sí, esto se parece a México, una serie de reglas arbitrarias, absurdamente restrictivas basadas en un mundo irreal que, por lo tanto, nadie respeta; y, por supuesto, siempre hay por ahí algún funcionario, vigilante de la ley, preparado para quitarte un poco del dinero que traigas encima o, en su caso, del que hayas ahorrado todo tu vida… A lo lejos veo una patrulla de la policía federal y disminuyo la velocidad. Sí, también está la otra parte, en México somos unos cabeza-de-culo y si aumentaran los límites de velocidad nosotros iríamos aún más rápido. Alguien comenta que el hecho de que haya tanto tráfico de mercancías, tantos tráilers en la carretera, es un signo de que la economía está mejorando. Seguramente sí, México calificó como el treceavo país más rico, salvo que si el análisis se hace sobre los individuos que lo constituyen, la calificación no es nada favorable, no por nada el 50% del total de los pobres en Latinoamérica generados por la crisis actual son mexicanos. La riqueza se sigue polarizando pues, y el mercado interno desaparece cada vez más.

Llegamos finalmente a la desviación hacía Cadereyta, las carreteras en este estado están bastante bien, de la desviación hasta Cadereyta el camino sigue de cuatro carriles. Memo comienza a contar algunas anécdotas de su infancia en San Joaquín, uno no puede dejar de sentir un nudo en la garganta; un poco sí, un poco no, por lo bueno y lo malo; como siempre. Memo creció en una comunidad en ese municipio, que forma parte de la Sierra Gorda; aunque tuvo que andar un poco de aquí para allá para poder estudiar. Hizo la primaria en Bizarrón, por ejemplo, dónde le dio asilo un maestro, el cual lo ponía a trabajar como burro en su casa. “El pinche viejo abusaba –dice-, seguro pensaba, que al cabo estos chamaquitos de la sierra son bien chambeadores… y el puto, tenía el descaro de preguntarme al siguiente día en su clase por qué no había llevado la tarea”.

Ya para ese momento habíamos pasado Bizarrón, aquí la carretera ya es de dos carriles pero está muy bien conservada, y a unos cuantos kilómetros adelante está la desviación hacia San Joaquín. De ahí, hasta la mera cabecera del municipio, el camino son sólo curvas y barrancos. Y como olvidar aquella primera vez que conduje por esa carretera y casi nos damos en la madre en la primera curva. El anécdota se cuenta, y todos reímos, como es normal. Ya entre los cerros, cruzando parte de la sierra gorda, Memo sigue contándonos las chambas que tenía que hacer cuando muy niño, ir por leña, agua, o hacer pedazos los troncos de encino de los que sacaba la leña. Como todo buen chico urbano, incluso al ritmo de las curvas que franquean los cerros que cada vez aparecen más llenos de pinos y otros árboles propios de climas fríos, yo sólo puedo referenciar sus historias con representaciones de la tele o el cine. Como cliché, si quieren, pienso en “Los herederos”, al menos es un lindo-falso-referente. Nuestros diálogos van desde un niño caminando en los cerros de la sierra gorda, un sociólogo que vive ahora en una zona urbana y regresa a una fiesta de su pueblo, con cierta nostalgia, con cierto reproche por nunca haber aprendido a bailar guapango, y yo intentando explicar algo sobre el tractatus de Witgestein a mi hermana. De pronto, ya estamos en San Joaquín.


Apenas se baja uno de la camioneta y la fiesta te salta encima, aunque el desmadre está mucho más allá, en el kiosco. Aun hay que hacer algunas visitas, que instalarse; no bajaremos hasta más tarde, cuando el concurso de baile comience en el auditorio, alrededor del cual todo este alboroto.


Memo nos cuenta, mientras andamos por las calles del pueblo, de cómo su abuelo mató a algunos de los pretendientes de su mamá, y de cómo finalmente la vendió a su padre por un toro, “es un culero –dice-, dejó que sus papás se murieran un día que se puso borracho, eran tiempos de lluvias, y como el güey estaba bien pedo, no los dejó entrar a la casa; prácticamente mató a sus papás, se murieron de hipotermia”...

Pero el combate comienza ya, ahora en el plano simbólico. El arte te permite todo sin lastimarte tanto; pisotones discretos y empujones sobre el tablado, en lugar de machetazos y balazos. La fiesta está llena de colores, de sexo encubierto, de sexo de aves, que se cortejan, que intenta someterse y no dejarse rendir a zapatazos contra las tablas, exponen sus abundantes faldas como plumajes, incitan y rehúyen, dejan y no dejan; en la mente el baile termina en sexo después de ese cortejo de aves. Y cuando abres los ojos, ves caer a las parejas por los dedos del jurado, o ves el culo enorme y gordo de un padre que chifla como loco y que quisiera subirse al tablado a moler a golpes a los contrincantes de sus hijos; tu quisieras, obviamente, que se quitara, porque su culo es tan grande que no te deja ver nada. El espectáculo sigue, como sea, cortejo tras cortejo, danza tras danza. Ya medio borracho, sonríes un poco por las pasiones agresivas que aún se manifiesta detrás de este combate domesticado. Quizá sí, la pasión es aún posible, el amor; la venganza, más en estos países que los que están del otro lado del mar. Yo me ocupo de mi tiempo tomando fotos.


Al siguiente día, visitar algunos lugares cercanos al pueblo y tomar pulque, mucho pulque, bueno, no tanto, lo suficiente, después volver a la fiesta. Luego, un poco al desasosiego, a la ruta, a la rutina que te lleva de regreso. Como sea, me gusta manejar en las curvas y guardar en la volátil estructura de los recuerdo un espectáculo fotografiable que se queda también en la memoria de una cámara.

Unas imágenes, entonces, pa' que se harten de trapos y colores.


















23/4/10

Yo digo que no he amado

Sólo he amado una vez, con el alma, con los dientes, amor con ropa, amor con todo el cuerpo, amor caminando a solas por las calles buscando flores en jardines desconocidos, una sola flor para que dejara de estar triste, de ir yo buscando su aliento en mi memoria, en tormentas olvidadas que no se parecen al llanto, su olor en el aire, su mirada en todas las miradas, sus pechos; amor con guerra, con muertos, con combates infinitos en los que nadie jamás gana; amor de besos, de abrazos, de tocarse el cuerpo, de volverse húmedo, salado, rojo, morado, de no ser más que la boca, que dos bocas, dos pieles, dos cuerpos, dos sexos; que falta y que sobra ; amor de abrazos, de dos niños, de inocencia, de cuchillos escondidos tras la espalda, ¡sorpresa!... amor de rotos, de desahuciados, amor de paralíticos; amor de impotentes ante el amor, de torpes, de pendejos; amor de todo, amor de nada; amor de nadie, de absolutamente nadie, de ninguno de los dos entonces.

Sólo he amado una vez, pero prefiero no decirlo. Prefiero creer que no he amado, porque si no el amor no es nada. Porque debiera estar en el fin del mundo, debiera arrastrar mi pena como una inmensa sombra que todo lo pudre, que impide respirar, pensar, que impide tener hambre y que no deja que el apetito se zaceado; una sombra como un desierto de cenizas que ni el resto de las lágrima puede humedecer. Debería vivir en la calle, así, como un loco, asustando a la gente y debería guardar un dolor pestilente en el centro del corazón, de tener la angustia de todo el mundo injuriando mi cuerpo. Debería tener un llanto eterno, que me rompiera la voz cada que quisiera pronunciar palabra, que dejara la boca abierta frente a un plato de cereal con leche que se ha hecho aguado. Debería estar en un manicomio, de tener una infinita melancolía que no te rasura, que no te peina, que no te permite tener erecciones, que te quita las ganas de hacer del baño, que no mea, que no caga, que no te permite pensar nunca más en sexo; no te dice hola, no te enamora… ¿cómo, imposible? Debería estar muerto, de enterrar mi cuerpo lejos de todo camposanto, porque fui maldecido, negado, porque fui herido de muerte, descuartizado.

Pero no, no ha pasado, sólo ha habido llanto que no formó ningún rio, un corazón que hecho de carne no se partió jamás en dos; rencor barato, puto, que se olvida con un chocolate, que con el tiempo quedó deslavado como un mural mal hecho. Hay deseos periféricos como la sensación de un día que se apaga; nada ha pasado.

Y qué de ustedes, ya los he visto brindando, fracasados, jactándose de haber amado, de haber amado mucho y de, por lo tanto, haber vivido mucho. Los he oído hablar, escupir tierra, podrir las palabras, enlodarlas, hacer de sus amores un chisme, un anécdota para la cena, el tema de conversación de una reunión cara; los he visto volver a amar, enamorase cien veces, volver a sufrir. Los he escuchado hablar del amor como si hablaran de tortillas, cuando su cuello debería colgar dislocado de una soga pendida de un árbol espantoso, sus muñecas deberían estar desgarradas regando su sangre en un piso frío, deberían estar envenenados, en el suelo ahogados en su vómito; deberían, de menos, haber huido del país a un lugar remoto en el que fueran anónimamente aplastados por la triste, poseedores de una amargura densa, compacta.

Entonces, ¿nos hacemos pendejos? Decimos que no hemos amado y le devolvemos la esperanza, lo dejamos esperando a la vuelta, en la próxima cita, en la mirada de esa mujer guapa con la que chocamos en la calle, en algún lugar perdido del mundo. Y cada que vuelva y se vaya nuevamente, lo hacemos esperar más.

Esperanza, todo se trata de esperanza de ser esclavos y estar bien.

No, el amor no es nada, aunque bien lo ha sido todo.