23/6/10

Lo mío lo mío

“Lo mío lo mío, es desaparecer, es no decir adiós, es la inconstancia en la que tenazmente me disciplino, la des-costumbre a la que me consagro y acostumbro. Si mañana me fuera, nadie sabría a dónde me he ido, nadie sabría dónde buscarme. No podría ser más fácil que hoy... no prender la computadora, tirar el celular. Voilà.”

18/5/10

Réquiem

*Ya sabe, si la imagen y/o el reproductor no aparece oprima f5 las veces que sea necesario hasta que el problema se solucione; sea paciente o miénteme la madre; para el caso da lo mismo, me unto mantequilla.








La verdad de la historia es que mi gata mató un pequeño conejo, lo cual fue una verdadera pena. Esto no es porque crea que a ningún conejito del mundo le deba dar muerte algún depredador, sino porque mi gata no es ya un depredador legítimo, entonces no tiene ningún caso, ha sido una muerte inútil. Tampoco puedo culparla a ella, porque acaba de parir cuatro gatitos, y ha sido una madre excelente, protegería sus críos hasta la muerte, entonces está un poco o un mucho agresiva, y le ha dado por, además de pararle unas putizas a la perrita que tiene mi madre, salir a cazar. Entonces mi modo de hacer algo para guardar la memoria de un inocente fue hacerle un retrato y componerle un réquiem. Pero buen, la verdad, verdad de las cosas es que soy un necrófilo y que apenas enjugue las dos lágrimas que derramé al ver al pequeño conejo acecinado, no puede dejar de sentir una necesidad un tanto morbosa de ir corriendo por la cámara y de marcarle a él Dolorosa para enterarlo de lo sucedido y que teníamos que componerle algo; bueno, en realidad yo no compuse nada, todo lo hace él, yo sólo doy las ordenes y él obedece dócilmente. Así, admitiendo un poco esto, el hecho de que la mayoría de las veces se esconde una oscura intención detrás cada acto, y a veces ni se esconde tanto, debo admitir mis tendencias necrófilas. Nunca he sentido una imperiosa necesidad de follarme un cadáver, así que esto no debe ser una parafilia, de hecho mis preferencias sexuales son bastante banales, culos, tetas, pussys, estructuras femeninas para resumir; pero si yo fuera usted y estuviera muerto, tomaría mis precauciones si yo anduviera cerca. Pero bueno, la verdad, verdad, de la historia es que mi gata parece haber recibido una maldición Kármica; el karma me la pela pues, pero así parece. Se le ha inflamado la lengua, de suerte que no cabe más en su hocico y la trae un poco de fuera como si tuviera atorada alguna cosas inmunda, ominosa y viscosa, en el gaznate. He tenido, por lo tanto, que meterla a su jaula y llevarla al veterinario, para varía y pareciera que eso del karma también me toca a mí, por el momento no tengo auto. Usted sabe, cuando uno necesita las cosas nunca están disponibles, normalmente el carro me sirve para puras estupideces, como llevarme cómodamente al trabajo o dar paseos vanos que envilecen el alma. Si usted se pregunta por qué Borges nunca tuvo auto, cómprese uno y verá como se ha vuelto más imbécil desde que lo tiene. Aunque claro, eso de idiotizarse un poco a mí me va de maravilla, tanta inteligencia como de la que soy poseedor es un insulto, cof, cof… ok, resulta que he caminado cargando la jaula de la gata, con la gata adentro, por supuesto, hasta la veterinaria más cercana, y cuando llego me entero que la médico se ha ido a un curso por varios días y que no pueden atenderme por el momento; bueno, no a mí, a la gata. “Mierda -pienso- esta pinche gorda se fue seguro de vacaciones y me deja aquí tirado la muy puta con mi gata que tiene un problema de sobrepeso en la lengua”, y la verdad es que nunca he visto a la veterinaria esa, pero imagino que es gorda, porque no he visto muchas veterinarias con cuerpo de supermodelo y porque, aunque sea de lo más bajo y patético, es más fácil maltratar a alguien feo y gordo que lo contrario. Tengo entonces que caminar otras cuadras hasta llegar a la otra veterinaria menos cercana, por fin me atienden y todo, salgo y empieza a llover un poco. Que padre ¿no? Así que la verdad, verdad, verdad de la historia es que esto es como pago en especie para revertir esos malos karmas, en los cuales ni creo. Pero bueno, la verdad, verdad, verdad, verdad de la historia, es que tal vez nada de lo anterior sea la verdad de la historia. Lo que sé es que todo esto es exhibicionismo, como los niños presumiendo a sus padres sus deposiciones, y que por el momento no tengo nada más interesante que contar que mi gata acecinó un pequeño conejo y que se le ha puesto la lengua gorda como el señor barriga, y que no tengo otros motivos más inspiradores para producir imágenes u obligar a él Dolorosa a que componga una pieza… un saludo a todos los niños del mundo entonces.

4/5/10

A una suicida

Quiérete como si me quisieras y fuera yo tu amor nunca encontrado.
Quiérete como el dolor que florece en tu pecho oscuro como caverna.
Quiere querer tu dolor y quiéreme como el odio que no me has tenido.

Mira tu sangre, entonces, que cabe en un frasco no muy grande de cristal.
Mira tu cuerpo, dentro de una caja no más grande que un refrigerador.
Mira tu corazón que, extirpado, no se distingue del de un cerdo.

Escucha tu voz cuando la soga constriña tu cuello y tus orines desciendan las piernas.
Escucha mi voz aquella tarde que me ahogué en un río y mi cara apareció azul en el agua verde.
Escucha el canto de los pájaros volando aprisa ese día que estallaron las bombas.

Lo has visto, no has escuchado nada.
Como la voz del niño que le suplicaba a la madre cuando lo sofocaba bajo su almohada.

No te salves, entonces, con el filo de un cuchillo yendo más allá de tu piel, dejando un charco de sangre.
No te salves con la velocidad de un carro fracturando tu cuerpo, arrancándote la piel de un tajo.
No te salves con el peso de tu cuerpo en caída libre, que quedará dislocado en un piso cuarteado.

Sacrifícate, con la vida que guarda tu llanto como una tormenta en un día de primavera.
Sacrifícate, por el dolor que tira de ti y tú te dejas hundir para poder mirar desde abajo.
Sacrifícate, porque qué más da, ¿no parece más interesante que un velorio lleno de llanto?

Amante, ve que la muerta igual te espera en cada esquina, que tus huesos igual se irán al carajo.
Mi suicida, niña estúpida, no ves que la vida no vale.
Ve a cazar mariposas negras en la noche, sal a cortar girasoles con el sol en tu rostro,
y déjate arrastrar como las nubes,
tormentosa y atormentada.

Se cínica, sonríeme, no te salves, sacrifícate,
no ves que la vida no vale, por qué la muerte lo haría…
Sonríeme, y vamos a pescar atardeceres sangrientos.


28/4/10

Huapangos


…tomamos la carretera federal 57, la cual tiene harta carga vehicular a todas horas, constituida en su mayoría por camiones de carga que se dirigen a la ciudad de México. No obstante, y gracias a una cantidad de factores más o menos enumerables que siempre pueden simplificarse en Dios, el tránsito está fluido y la gran mayoría manejamos a exceso de velocidad. Sí, esto se parece a México, una serie de reglas arbitrarias, absurdamente restrictivas basadas en un mundo irreal que, por lo tanto, nadie respeta; y, por supuesto, siempre hay por ahí algún funcionario, vigilante de la ley, preparado para quitarte un poco del dinero que traigas encima o, en su caso, del que hayas ahorrado todo tu vida… A lo lejos veo una patrulla de la policía federal y disminuyo la velocidad. Sí, también está la otra parte, en México somos unos cabeza-de-culo y si aumentaran los límites de velocidad nosotros iríamos aún más rápido. Alguien comenta que el hecho de que haya tanto tráfico de mercancías, tantos tráilers en la carretera, es un signo de que la economía está mejorando. Seguramente sí, México calificó como el treceavo país más rico, salvo que si el análisis se hace sobre los individuos que lo constituyen, la calificación no es nada favorable, no por nada el 50% del total de los pobres en Latinoamérica generados por la crisis actual son mexicanos. La riqueza se sigue polarizando pues, y el mercado interno desaparece cada vez más.

Llegamos finalmente a la desviación hacía Cadereyta, las carreteras en este estado están bastante bien, de la desviación hasta Cadereyta el camino sigue de cuatro carriles. Memo comienza a contar algunas anécdotas de su infancia en San Joaquín, uno no puede dejar de sentir un nudo en la garganta; un poco sí, un poco no, por lo bueno y lo malo; como siempre. Memo creció en una comunidad en ese municipio, que forma parte de la Sierra Gorda; aunque tuvo que andar un poco de aquí para allá para poder estudiar. Hizo la primaria en Bizarrón, por ejemplo, dónde le dio asilo un maestro, el cual lo ponía a trabajar como burro en su casa. “El pinche viejo abusaba –dice-, seguro pensaba, que al cabo estos chamaquitos de la sierra son bien chambeadores… y el puto, tenía el descaro de preguntarme al siguiente día en su clase por qué no había llevado la tarea”.

Ya para ese momento habíamos pasado Bizarrón, aquí la carretera ya es de dos carriles pero está muy bien conservada, y a unos cuantos kilómetros adelante está la desviación hacia San Joaquín. De ahí, hasta la mera cabecera del municipio, el camino son sólo curvas y barrancos. Y como olvidar aquella primera vez que conduje por esa carretera y casi nos damos en la madre en la primera curva. El anécdota se cuenta, y todos reímos, como es normal. Ya entre los cerros, cruzando parte de la sierra gorda, Memo sigue contándonos las chambas que tenía que hacer cuando muy niño, ir por leña, agua, o hacer pedazos los troncos de encino de los que sacaba la leña. Como todo buen chico urbano, incluso al ritmo de las curvas que franquean los cerros que cada vez aparecen más llenos de pinos y otros árboles propios de climas fríos, yo sólo puedo referenciar sus historias con representaciones de la tele o el cine. Como cliché, si quieren, pienso en “Los herederos”, al menos es un lindo-falso-referente. Nuestros diálogos van desde un niño caminando en los cerros de la sierra gorda, un sociólogo que vive ahora en una zona urbana y regresa a una fiesta de su pueblo, con cierta nostalgia, con cierto reproche por nunca haber aprendido a bailar guapango, y yo intentando explicar algo sobre el tractatus de Witgestein a mi hermana. De pronto, ya estamos en San Joaquín.


Apenas se baja uno de la camioneta y la fiesta te salta encima, aunque el desmadre está mucho más allá, en el kiosco. Aun hay que hacer algunas visitas, que instalarse; no bajaremos hasta más tarde, cuando el concurso de baile comience en el auditorio, alrededor del cual todo este alboroto.


Memo nos cuenta, mientras andamos por las calles del pueblo, de cómo su abuelo mató a algunos de los pretendientes de su mamá, y de cómo finalmente la vendió a su padre por un toro, “es un culero –dice-, dejó que sus papás se murieran un día que se puso borracho, eran tiempos de lluvias, y como el güey estaba bien pedo, no los dejó entrar a la casa; prácticamente mató a sus papás, se murieron de hipotermia”...

Pero el combate comienza ya, ahora en el plano simbólico. El arte te permite todo sin lastimarte tanto; pisotones discretos y empujones sobre el tablado, en lugar de machetazos y balazos. La fiesta está llena de colores, de sexo encubierto, de sexo de aves, que se cortejan, que intenta someterse y no dejarse rendir a zapatazos contra las tablas, exponen sus abundantes faldas como plumajes, incitan y rehúyen, dejan y no dejan; en la mente el baile termina en sexo después de ese cortejo de aves. Y cuando abres los ojos, ves caer a las parejas por los dedos del jurado, o ves el culo enorme y gordo de un padre que chifla como loco y que quisiera subirse al tablado a moler a golpes a los contrincantes de sus hijos; tu quisieras, obviamente, que se quitara, porque su culo es tan grande que no te deja ver nada. El espectáculo sigue, como sea, cortejo tras cortejo, danza tras danza. Ya medio borracho, sonríes un poco por las pasiones agresivas que aún se manifiesta detrás de este combate domesticado. Quizá sí, la pasión es aún posible, el amor; la venganza, más en estos países que los que están del otro lado del mar. Yo me ocupo de mi tiempo tomando fotos.


Al siguiente día, visitar algunos lugares cercanos al pueblo y tomar pulque, mucho pulque, bueno, no tanto, lo suficiente, después volver a la fiesta. Luego, un poco al desasosiego, a la ruta, a la rutina que te lleva de regreso. Como sea, me gusta manejar en las curvas y guardar en la volátil estructura de los recuerdo un espectáculo fotografiable que se queda también en la memoria de una cámara.

Unas imágenes, entonces, pa' que se harten de trapos y colores.


















23/4/10

Yo digo que no he amado

Sólo he amado una vez, con el alma, con los dientes, amor con ropa, amor con todo el cuerpo, amor caminando a solas por las calles buscando flores en jardines desconocidos, una sola flor para que dejara de estar triste, de ir yo buscando su aliento en mi memoria, en tormentas olvidadas que no se parecen al llanto, su olor en el aire, su mirada en todas las miradas, sus pechos; amor con guerra, con muertos, con combates infinitos en los que nadie jamás gana; amor de besos, de abrazos, de tocarse el cuerpo, de volverse húmedo, salado, rojo, morado, de no ser más que la boca, que dos bocas, dos pieles, dos cuerpos, dos sexos; que falta y que sobra ; amor de abrazos, de dos niños, de inocencia, de cuchillos escondidos tras la espalda, ¡sorpresa!... amor de rotos, de desahuciados, amor de paralíticos; amor de impotentes ante el amor, de torpes, de pendejos; amor de todo, amor de nada; amor de nadie, de absolutamente nadie, de ninguno de los dos entonces.

Sólo he amado una vez, pero prefiero no decirlo. Prefiero creer que no he amado, porque si no el amor no es nada. Porque debiera estar en el fin del mundo, debiera arrastrar mi pena como una inmensa sombra que todo lo pudre, que impide respirar, pensar, que impide tener hambre y que no deja que el apetito se zaceado; una sombra como un desierto de cenizas que ni el resto de las lágrima puede humedecer. Debería vivir en la calle, así, como un loco, asustando a la gente y debería guardar un dolor pestilente en el centro del corazón, de tener la angustia de todo el mundo injuriando mi cuerpo. Debería tener un llanto eterno, que me rompiera la voz cada que quisiera pronunciar palabra, que dejara la boca abierta frente a un plato de cereal con leche que se ha hecho aguado. Debería estar en un manicomio, de tener una infinita melancolía que no te rasura, que no te peina, que no te permite tener erecciones, que te quita las ganas de hacer del baño, que no mea, que no caga, que no te permite pensar nunca más en sexo; no te dice hola, no te enamora… ¿cómo, imposible? Debería estar muerto, de enterrar mi cuerpo lejos de todo camposanto, porque fui maldecido, negado, porque fui herido de muerte, descuartizado.

Pero no, no ha pasado, sólo ha habido llanto que no formó ningún rio, un corazón que hecho de carne no se partió jamás en dos; rencor barato, puto, que se olvida con un chocolate, que con el tiempo quedó deslavado como un mural mal hecho. Hay deseos periféricos como la sensación de un día que se apaga; nada ha pasado.

Y qué de ustedes, ya los he visto brindando, fracasados, jactándose de haber amado, de haber amado mucho y de, por lo tanto, haber vivido mucho. Los he oído hablar, escupir tierra, podrir las palabras, enlodarlas, hacer de sus amores un chisme, un anécdota para la cena, el tema de conversación de una reunión cara; los he visto volver a amar, enamorase cien veces, volver a sufrir. Los he escuchado hablar del amor como si hablaran de tortillas, cuando su cuello debería colgar dislocado de una soga pendida de un árbol espantoso, sus muñecas deberían estar desgarradas regando su sangre en un piso frío, deberían estar envenenados, en el suelo ahogados en su vómito; deberían, de menos, haber huido del país a un lugar remoto en el que fueran anónimamente aplastados por la triste, poseedores de una amargura densa, compacta.

Entonces, ¿nos hacemos pendejos? Decimos que no hemos amado y le devolvemos la esperanza, lo dejamos esperando a la vuelta, en la próxima cita, en la mirada de esa mujer guapa con la que chocamos en la calle, en algún lugar perdido del mundo. Y cada que vuelva y se vaya nuevamente, lo hacemos esperar más.

Esperanza, todo se trata de esperanza de ser esclavos y estar bien.

No, el amor no es nada, aunque bien lo ha sido todo.

15/4/10

De mis roces con homosexuales o tengo pegue con los maricas o si hubiera sido mujer probablemente sería lesbiana

Supongo que a partir de este rótulo, ustedes pensarán que enseguida confesaré mis encuentros sexuales con homosexuales, los cuales, quizás o no, por meras cuestiones culturales no son la fantasía ni de hombres “heterosexuales” ni de mujeres en general, a diferencia del sexo lésbico. Pero no; la cosa será menos divertida, o grotesca, según se lea. Aunque usted no lo crea, lo cual no tiene mayor relevancia, hasta donde puedo ver soy la persona más heterosexual que conozco. Aunque igual no conozco tantas personas y entonces lo anterior no tiene mucho significado, y, por otra parte, según la teoría psicoanalista, particularmente la freudiana, señala que los sujetos con especial apego por las artes o sensibilidad artística tiene una personalidad con tendencias bisexuales; en diversas maneras yo soy un sujeto con tendencias artistoides, ergo… Y bueno, aunque creo que Freud se equivoca en esto, de menos en generalizar, y aunque estas teorías han sido desacreditadas en muchos sentidos, repetidas veces, a mí me parece que aún funcionan para explicar ciertos fenómenos de la personalidad y parte del comportamiento de nuestra especia. Como sea.

La primera propuesta homosexual que me hicieron vino de un amigo. Éramos compañeros en la universidad, estoy seguro que el no era homosexual, supongo que nos habíamos dedicado tanto a criticar la moral y los usos y costumbres de la mayoría de la gente que para él era como llevar otra trasgresión a la práctica, pero a mí no me latió, además me parecía que se había mal viajado con los libros de Buroughs que por ese tiempo le había prestado. Solíamos faltar a algunas clases de maestros zánganos y particularmente incompetentes, nos íbamos a tomar unas chelas a lugares apartados en la universidad, discutir y debatir sobre la primer estupidez que se nos atravesara, hasta que los vigilantes comenzaron a echarnos cada vez más rápido. Entonces decidimos tomar la estrategia de “la carta robada” de Poe, la idea era que entre más a la vista estuviéramos seríamos más invisibles, así que nos sentábamos enfrente de las oficinas de las diferentes facultades, cubríamos las botellas con alguna prenda y listo, cuando se acababa el alcohol hacíamos alguna figura con las botellas y nos retirábamos, por más cerveza, a tomar a otra facultad. En verdad funcionó porque nunca fuimos echados de nuevo, luego empezamos a interactuar con las personas que pasaban, teníamos la teoría de que si uno interceptaba a alguien en la rutina de su día, podía cambiar en algo la trayectoria de su vida, así que abordábamos a la gente, a veces sólo los asustábamos o les recitábamos partes de poemas o les hacíamos preguntas filosóficas que igual los asustaban… Pero bueno, creo que ya estoy hablando de otra cosa. Pasó que en uno de esos días, frente a unas oficinas de la facultad de administración y contabilidad, el dijo que quería besarme, yo dije que haría como que no había escuchado, y que le había hecho mal leer a Buroughs, sólo se rió y dijo, “sí, verdad”. Después, todo siguió igual, hasta que, por diversas circunstancias de la vida, como que él dejara la carrera, comenzamos a distanciarnos. Por qué no accedí, porque no me nació, porque la circunstancia me parecía muy artificial y no demostrábamos nada, según yo ninguno de los dos era puto, así que tampoco defendíamos algo legítimo para alguno de nosotros. Quizá habría sido divertido hacerlo en la facultad de ingeniería, donde la mayor parte de los alumnos son hombres y se sienten bien machines. Pero bueno, pasa también que desde mi perspectiva los hombres somos visualmente de mal gusto, psíquicamente torpes y aburridos. Beu me dijo una vez que se trataba de encontrarles el encanto, pero yo sigo sin encontrárselo. Por otra parte, algo que parece contradictorio, yo puedo decir si un hombre es guapo o no, pero es algo que hago de forma artificial, basado en las reacciones que las mujeres tienen hacía ciertas formas que son más o menos agrupables y definibles, pero no porque encuentra ciertamente alguna belleza en estos. Cabe mencionar que está forma mía de hablar y de expresar mis opiniones sobre sujetos me ha valido ser juzgado por otras personas como de una sexualidad dudosa. Ja, Anyway.

La segunda vez un tipo me agarró descuidado, prácticamente me robó un beso (ja, esto se escucha súper gay). Había salido de una fiesta en el centro y caminaba por las calles de nuestra tres veces mojigata ciudad de Querétaro, eran como las 3 de la mañana y yo marchaba bastante alcoholizado pensando cómo haría para regresar a mi casa. De pronto se me acercó un carro deportivo del cual no recuerdo la marca ni modelo, dentro del cual una doña no muy vieja, estilo señora de Polanco, quien conducía el carro y era la única persona abordo, me hacía una pregunta con una voz apenas perceptible. Dado que estaba bastante alcoholizado y que ella apenas alzaba la voz, yo no entendía ni una puta palabra de lo que decía, por lo tanto me acerqué a su ventana y agaché la cabeza para ver si lograba entender qué chingados me estaba preguntando. Después de todo qué peligro podía representar una señora estirada que apenas parecía tener fuerza para hablar. Y tómala cabrón, que me agarra y me da un beso. Entonces tuve esa sensación incómoda de un bigote rasurado que me raspada la boca y sentí pena por las mujeres, porque ellas debían sentir muchas veces esta sensación, para mí nada agradable, de besos bigotones en su boca. Fuera de eso no sentí nada, ni asco, ni repulsión, ni tristeza, ni emoción, ni vergüenza, nada. Luego comencé a hacerle algunas preguntas, al antes señora de Polanco, ahora transexual posiblemente adinerado; digo, de menos debieron salirle en un buen baro el par de chichis, nada despreciable, que se cargaba, e igual el carro. Finalmente parece que se puso nervioso(a) o se asustó con las preguntas que le hice y salió acelerando a gran velocidad en su súper auto. Supongo que ahora soy la envidia de algunos sopla-nucas; yo me quedé aún preocupado por cómo volvería a mi casa, no tenía dinero y obviamente a esa hora no había camiones, pensé, “chales, le hubiera pedido un ride”.

Las conclusiones inmediatas fueron que ahora era una evidencia que el alcohol retarda tus reflejos, y que en verdad hace que veas las cosas como no son, habitualmente reconocería a un transexual a metros de distancia, exceptuando algunos brasileños que son prácticamente indistinguibles de una mujer. Pensarán ahora, que si yo digo que los hombres son de mal gusto visualmente, entonces, ¿por qué no tener algo con alguien que casi luce exteriormente como una mujer? Además, claro, de que me da ñáñaras el sólo imaginar lo que podría encontrar entre sus piernas, es justamente eso, que sólo sería algo exterior. Tengo la teoría de que por más homosexual que sea un homosexual, por más cirugías que se haga y por más que imite los gesto y el tono de las mujeres, su espíritu seguirá siempre más en el espectro de la masculinidad, creo que eso sólo podría cambiarse con una cirugía cerebral de las cuales aún no somos capaces de llevar a cavo. La forma como sucede y como se organiza el pensamiento de una mujer me parece que es completamente diferente a la de un hombre. Estoy casi segura que si se hiciera una lectura de cómo reacciona el cerebro de una mujer y de un homosexual ante ciertas situaciones, el cerebro del homosexual (con caracteres sexuales masculinos par el caso), la mayoría de las veces se seguiría comportando típicamente como el de un hombre. Y si hay algo que me parece feo, es el espíritu de los hombres. Bueno, también el de las mujeres, a veces, sobre todo cuando me dan en la madre. Y claro, están también los homosexuales que serían como mi negativo, que considera que las mujeres son sosas, estúpidas y aburridas, y por eso prefieren a los hombres como hombres, y no a hombres remedos de mujeres; pero esa es otra historia.

Ahora sigo con el porqué la psique de lo hombres me parece un tanto de mal gusto. Por lo demás, besé a otros hombres, con los mismos resultados y la misma sensación incómoda, como castigos en esos juegos manchados que se hace en algunas fiestas alocadas, igual una vez nos pasamos un beso, algo así como el teléfono descompuesto pero con un beso, se lo pasabas a quien estuviera al lado tuyo, a veces eran hombres y a veces mujeres. La idea estaba chida, aunque no era tan agradable cuando tocaba un hombre al lado, pero era como que te dijeran algo con un beso y luego tu se lo tenías que decir con otro beso a quien estuviera a tu lado.

Mis otros encuentros homosexuales, han sido tipos que me querían ligar en fiestas o reuniones o situaciones similares, lo cual me hacía sentir pena de nuevo por las mujeres, porque los hombres somos muy torpes, muy sin chiste. Supongo que ellas están echas para eso (¿o acostumbradas?), para enamorarse de brutos. Y me ha tocado variado. El tipo que te pone “atención” mientras tú le expones apasionadamente tus teorías sobre la formación del arte, pero al final te das cuenta que no te escucha, pero que hace como que te escucha porque quiere ligarte (desde entonces por pura empatía ya no hago eso yo con las mujeres, que falta de respeto ¿no?). O el tipo que parece que tiene más tema de conversación y aunque se le ve de lejos que es un jotazo de closet tú te le acercas y le haces plática, porque finalmente te importa un pepino lo que haga con su culo o donde meta su pipí. Luego ya cuando te estás tomando unas chelas con él y lo ves todo trabado, terminas diciéndole, “ya goooey, ya sé que eres puto, y que me lo quieres decir, pero como además de puto eres un mariquita no lo vas a decir, y también sé que te me quieres insinuar, y que porque parece que no tengo tantos prejuicios como otras personas también soy maricón, pero no. Y es divertido batearlos, así fue como entendí que las mujeres gusten tanto de mandarnos a la mierda; es divertidísimo. También están los tipos vulgares, las mujeres entenderán de lo que hablo. Uno una vez me ofreció varo porque dejara que me la chupara, y esas fueron su palabras; tenía cara de sapo atropellado, y si no le hago a la homofilia, menos a la zoofilia mezclada con necrofilia.

Mis conclusiones al respecto, los hombres no son muy agradables, y si hubiera sido mujer seguro sería lesbiana. También parece que me he visto envuelto en un problema de celos por parte de la pareja de mi amigo homosexual, lo cual hizo que el se distanciara de mí, como sabrán, “puede más un culo que una yunta de bueyes”.

Por otra parte esto me ha llevado a preguntarme, ¿qué es lo que los homosexuales buscan en los hombres? Estoy seguro que muchas de las personas heterosexual que lean esto no han sido acosadas tantas veces por homosexuales como es mi caso; quizá sea mera coincidencia. El hecho es que si bien no soy la persona más varonil del mundo, ni parezco de esos macho man que se masturban con una lija en la mano, tampoco tengo esa típica voz de puñal, o movimientos feminoides; por otra parte, si bien no estoy así como pal perro, tampoco soy un galán de comedia romántica, mucho menos uno tipo estrella porno de película gay, de hecho supongo que para la mayoría de las chicas de mi edad no soy atractivo, parezco un chaval que hará algunos pares de años que terminó la prepa. Y hasta donde he visto, los gusto de los homosexuales que buscan hombres y no transexuales, no varía tanto de los gustos típicos de las mujeres, ya saben, tipo Brad Pitt y cosas así, aunque los morenazos últimamente están de moda. Cómo sea, entonces ¿Por qué mi pegue con la banda homosexual? Una amiga me dijo que porque así son los hombres, le disparan a todo y haber a que le dan; otra me dijo, “es que a un hombre nada más le haces poquita plática y el pendejo piensa que ya te lo quieres coger” (¿les suena?).

Bien, mi teoría es que, en parte porque muchos hombres, quizá los que son un poco putos a escondidas, suelen rechazar inmediatamente a los tipos homosexuales, y yo prácticamente sólo rechazo a la gente que es ostensiblemente pendeja, por lo de más me importa un carajo si son negros, blancos, alvinos, judíos, budista o si en sus tiempos libres se dedican a cachar granizo con el culo; y en parte, por lo que dicen mis amigas: a los hombre nos das la mano y nosotros te queremos coger el pie, la pierna, el culo (hablando en sentido literal pues).

Usted, lector homosexual heterosexual o bicicletero ¿Cuál es su opinión?

13/4/10

Carta a mí mismo

Sé que a la mayoría, en estos tiempos, les importa un pito la poesía, pero a mí me importa un pito que les importe un pito.

I

Me acuso,
a este quien no he sido yo,
de haberme matado la poesía.
Puta madre, de partirme el corazón
y encontrarle vacío,
latiendo como un bip
al teclear la contraseña en un cajero automático,
yendo suave como una banda
de la caja de un supermercado.
La lluvia no sabe más que a agua,
es decir no sabe a nada ya.
Estoy muerto, petrificado,
ausente frente al rumor de mi propia
voz impasible,
siego frente a las imágenes
que podría arrancarle de un golpe al mundo,
extraño frente a mi dolor
y la sangre que brota a chorros de las heridas,
que yo ya no creo mía,
que yo ya no creo mías.

Hay:
Un chopo rojo danzando en el olvido,
un actor hundido en una sala vacía,
decrépito como un poema que la voz escupe
y no pronuncia más,
un corazón pudriéndose
en el cajón de un escritorio
de una oficina en un segundo piso.
Estoy muerto,
Cual el llanto de una ballena
que ha encallado en la playa
y no quiere saber ya más nada.
Soy un soldado sin guerra.

Me acuso,
a mí y a todos los que he sido,
de pronunciar el nombre amor
como una estrategia,
de delinquir, de violar a la esperanza
y no sentir remordimiento.
Me acuso de herir de muerte a la pasión
de perderla en el amor,
esta maldita palabra tan cascada,
y al amor en ella.
Me acuso,
de escribir el nombre de Dios
sólo para incendiarlo
y matar hormigas con su fuego,
de guerrear con todos
hasta que sólo hubiera tierra y escombros,
los labios partidos,
el alma destronada y un cuerpo jadeando.

Me acuso,
de haberlo destruido todo.

Alguien,
alguien allá afuera,
con otro mirada, venido de otra tierra,
mejor de otro mundo…
¿sabe cómo hacer algo de la nada?
¿sabe cómo hacer crecer flores,
que no puedan ser usadas para velorios,
en la tierra devastada por la guerra?
¿Alguien sabe?

Me acuso de combatir,
de despojar de sentido a toda la existencia.
Me acuso de acusarme
y me voy triste de no tener más porque estar triste.
Avergonzado.

Destruyo mi voz en un suspiro.

Mándenme flores…
Alguien,
¿alguien quiere mirar dentro de mi tumba,
sacudir mi cuerpo para ver si la muerte cae como polvo,
piel vieja?
¿alguien sabe cómo hacer algo con la nada?

Si alguna vez escribo la parte II de esto, será porque encontré alguna forma, si no, pues no.

4/4/10

Beu


Si leen los comentarios del post anterior sabrán por qué este dibujo... y... creo que eso es todo. Saludos y ojalá se mueran pronto.


pd: Eso que parece un queso en la taza de café es la luna. Pero bueno, todos saben que la luna es de queso y esas cosas.

31/3/10

aquí nomás...

Muchas cosas que hacer, así que no he tenido tiempo de echar nada en este saco roto. Y parecía que lo más lógico era que me iría de vacaciones a algún lado. Donde fuera, menos playa, y en general lugares con agua, porque se llenan de gordos o de flacos de cuerpos medio deformes como un servidor. Luego resulta que por estas fechas todos los balnearios son de aguas termales, y pos’ cómo no, con tantos tipo(a)s ahí metidos, orinando o simplemente disipando su calor, así hasta el agua de una alberca en Islandia estaría calientita. ¿Se les antojó verdad? Pero bueno, resultó que me siento cansado, han sido muchos viajes para lo que va del año, el año de hecho empezó con un viaje, y lo pasé en la playa con una gripa de la chingada y los oídos tapados de forma que casi podría decirse que carecía de ese sentido. Y aunque usted no lo crea, y me importa una mierda, lo pasé de maravilla, qué esto y que lo otro y yo no escuchaba ni putas, así que a todo dar. Regresando al asunto que parece que me trae acá, como no saldré y me la pasará de zángano en mi hogar que para nada es el suyo, intentaré hacerles un dibujo, no más pa´ que vean que uno los consiente. Claro, todo bajo la consigna de que no me encuentre demasiado ocupado haciendo nada.

De mientras hay les dejo estas cosas, para que me vayan conociendo más de cerca. No podré evitar que alguien expuesto a esto se enamoré de mí, podría ser usted, así que si tiene algún inconveniente con tal estado de atontamiento o de increíble improductividad y pérdida de energía, porque tenga bien en mente que ya no necesitamos de usted, ni de usted, ni de mí para conservar la especie, nos bastamos con China; más le valdría abstenerse entonces, si no, advertido queda.




26/2/10

Creo que esto es la prueba de que yo debería trabajar como ilustrador del libro baquero. Como sea.


14/2/10

Si el reproductor y la imagen no aparecen aquí abajo, oprima f5 repetidas veces. Si aún así no aparecen, oprima alt-f4, compre una pistola, y si me ve en la calle dispáreme.



I Dulces sueños

Nunca supo cuando se había vuelto demasiado tarde. Nunca se lo preguntó, simplemente siguió jugando.

Marco Márquez






Estoy solo en un cuarto de hotel. ¿Cómo es el vacío en una habitación? ¿Tiene ángulos rectos, un techo alto, olor a sábanas recién lavadas con las que otros se han cubierto? Me respira en la cara. Cuando traga, cuando me traga, hace sonidos como de una mujer masturbándose. No lo quiero, no lo quiero hoy. Quisiera marcar a servicio a la habitación y pedir que se lo llevaran… “sí, buenas noches, servicio a la habitación”, “…sí, podrían mandar a alguien a que se lleve el vacío de mi cuarto, por favor”, “…está usted pendejo”, “por favor”. Cuelgo. Sólo hay distancia, kilómetros entre tu cuerpo y mi cuerpo, muerte. Todo afuera está muerto. Hay algunas empleadas guapas en el hotel con las miradas más tristes de éste día, tazas vacías con restos de un café sublime de sabor mediocre. El vacío de esas tazas es redondo, pues no podría ser de otra forma, como el de la boca con una O, como el de la boca de una mujer dejando entrar el sexo de un hombre, donde el vacío aparece y desaparece alternativamente; quizá la boca de otro hombre. Debería conseguir una prostituta, no para tener sexo, el sexo es triste cuando sabe parecido a una taza de café estándar de un hotel de 5 estrellas. Con ella quisiera volverme artista. Ella diría, “cómo lo quieres”… yo diría, “no lo quiero, quiero que te sientes y me leas un cuento” –eres mi mingitorio montado en un pedestal viendo hacia el techo, mi rueda de bicicleta empotrada en un banco de una insipidez monstruosa, eres mi puta inservible, mi puta sin sexo, mi puta sin orgasmo. Te estoy deconstruyendo, enajenando para ver quien más eres tú, puta sin tus puterías, la biblia que sostiene el cojo sillón de mi sala. Te conviertes en mi obra de arte, en otro monumento anónimo olvidado en una habitación, erigido por la inutilidad del mundo. Y sin embargo pensamos que destruimos el universo, ella diciendo, “pero no sé leer bien… sólo estaré una hora por lo que pagaste”, yo diciendo “ok”. Mientras, las calles, que sin temor alguno caminé en la adolescencia a deshoras de la noche, se llenan de sangre, de gritos, de heridos y muertos, de cristales rotos que parecen estrellas en un firmamento rojo-oscuro y gris culero. En el futuro veré una foto en la que aparece un hombre muerto, tendido en la banqueta, los brazos extendidos, la vida se le salió de la cabeza y se hizo un charco de sangre que la lluvia no termina de lavar, un AR-15 mojado, una jardinera blanca, con galateas, salpicada de sangre rojo intenso, el registro de la bala que atravesó la cabeza de ese hombre. Me duermo, me quedo dormido mientras esa puta anulada, reducida al remedo de una madre muy joven de un hijo demasiado viejo, me lee un cuento. Duermo… me quedé dormido.


El teléfono suena, “sí..”, “buenos días señor, su despertador, son las 8:00”, “sí, gracias”. Me levanto, bostezo, me tallo los ojos, mi cartera no está… ¡mi cartera no está!, “puta, pinche puta”.

“Sí”, “señorita, se robaron mi cartera”, ”¿La tomaron de su habitación señor, cuando fue que pasó?”, pienso: “Pasó mientras una prostituta que contraté ayer me leía un cuento de Chejov y yo me quedaba dormido”…

Qué estoy haciendo, pendejo… tranquilízate. “No… creo que ya la vi… ¿disculpe, cada cuando cambian de turno los empleados?”, “Cada doce horas, a las nueve”, “Gracias, perdón por el malentendido.”

Tranquilízate, piensa. Voy a marcarle. Pasado mañana me estarán siguiendo, pasado mañana con suerte mi cuerpo sin vida, torturado seguramente, no estará tirado en algún baldío de un barrio miserable. Con lo mal que me caen los muertos de hambre. Muerto, con los muertos de hambre. No quiero tiempo. Voy a marcarle.

***


En la mano sudada el celular parece más pesado, como si apenas pudiera sostenerlo. Lo restriega contra su oreja hasta producir un leve dolor, se escuchan dos tonos, no responden, cinco tonos, no responden, seis tonos, la línea se abre. Un griterío, cómo de gente que estuviera celebrando un triunfo de la selección nacional.

–¡Qué pasó mi artista!, no quedamos que marcaría hasta que estuviera terminada la chamba -una voz raspada, arrastrada, alcoholizada, con un tono sarcástico, se hace oír entre el ruido.
–Perdí la llave –“me la robó una puta”, piensa.
–¡Estás pendejo! -la frase se corta con una risa casi ahogado.
–Debe ser, si no, no la habría perdido.
–Mira putito, no me vengas con tus comentarios pendejos. Se te contrató pa’ que hicieras un trabajo, ¿me entiendes?... Arréglalo. No vuelvas a marcar. Sabes que si las cosas no están para la fecha que se te dio te van tronar. Y ve rezando pinche ateo… que te encuentren ellos y no yo. Con la chinga que me vas parar, si yo te encuentro te boto la cabeza y te la meto en el culo, y mando tus pinches nalguitas desteñidas a casa de tu mami. Pa’ que le vayas pensando hijo.

Silencio. El olor a cuarto limpio le produce náuseas. Se queda agarrado del teléfono como si fuera lo único que los sostuviera de caer al vacío. Se prende la pantalla: “llamada finalizada 00:53”.

11/2/10

Más anuncios estilo Fecal.

En realidad esto no debía ser un anuncio, pero como soy re-pendejo me confundí de memoria y no tengo los archivos que se supone iba subir. Así que esto parece más el anuncio mentiroso de un político cualquiera. Sumado al anterior post, y otros más anteriores pero no menos reprochables, mi blog se reduce a un cúmulo de promesas seniles y jóvenes que no fueron y no serán cumplidas.

Pero vamos, celebro la ilusoria posibilidad del auto engaño. Esto se trata de anunciar algo que de menos será cumplido parcialmente. Comencé un cuento que probablemente no termine, pero del que prometo en los próximos días subir la primera parta (está en pedazos por aquello de que la gente ve muchas letras y le da pánico). Puesto que ya tengo los archivos, es poco probable que no cumpla esta promesa, salvo que en los próximos días suceda un cataclismo o que de pronto las manos de todos los hombres que habitan este mundo se conviertan en panuchos (no pregunten qué significa esta palabra. Claro, es una paronomasia de panocha, pero yo no pensé eso; cerdos).

Tampoco crean que hago esto por ustedes en particular, tampoco por mí en especial, para hacerme sentir bien por tener la posibilidad de cumplir una promesa por nimia que sea. No, señorus o señoris (me pregunto qué vocal podríamos utilizar para que fuera un morfema neutro), esto lo hago por todos nosotros, por mi compromiso antropológico. Lo hago para descubrir por fin que el psicodrama no funciona y porque siempre hay que sacar ventaja de todo, sí ¿no?, o ¿no?.

Bueno, si esto fuera a ser un libro esta sería la portada.

18/1/10

Infomercial (o quién los quiere)

Como habrá notado cochino lector, he rescatado la plantilla del blog de viejas carpetas olvidadas en viejos lugares, y del mismo lugar las imágenes que hacían parte de algunos post, y las he vuelto a cargar a la red. El proceso seguramente habría sido más simple si hubiera solicitado la ayuda de algún usuario informado, pero a su infiel servidor le gusta hacer las cosas por sí mismo, bueno, en realidad no le gusta tanto, pero le da pánico parecer retardado al necesitar ayuda (además no quería cachetear gente al escuchar la palabra “picasa”). Aunque en realidad creía que ese Orgullo y terquedad se habría atenuado después del día que se me ocurrió poner el azulejo, el escusado, y el lavabo del baño de mi casa; no es que haya quedado mal, de hecho no quedó nada mal, pero descubrí que de albañil no duraría ni un mes sin perder la característica postura erguida de nuestra especie y que a veces estaba bien dejar que otras personas hicieran las cosas por uno. Volviendo al tema anterior, esperemos este trabajo no resulte en un esfuerzo infructuoso y los bits que conforman las imágenes sean de nuevo enviadas a la chingada por alguna mente maligna como la de Carmen salinas o Bill Gates (para variar las imágenes están hospedadas en un servidor de Microsoft; pero pus’ qué esperaban chavos, lo barato sale caro).

Respecto del adjetivo que he usado (cochino) para dirigirme a ustedes, puesto que sólo verifica la teoría de que si un árbol se cae y nadie lo ve, el pobre árbol como que si ni se hubiera caído, entonces no habría de qué disculparse. En su defecto, olviden que lo he escrito.

Pero pasemos al júbilo que motiva la actual entrada. Es mi placer …s lectores, hacer de su insufrible conocimiento que este blog está de fiesta, que es un orgullo para mí informarles que el blog contará con banda sonora propia. Uno no podía dejar pasar la oportunidad de aprovecharse de un menor de edad casi talentoso… no todos los días te encuentras a niños menesterosos de amistades podrídas buscando ranas en los charcos que se forman en los hoyos del pavimento. Así que próximamente el joven “él Dolorosa” musicalizará algunas de mis entradas, las que como sabrán, son pocas e inconstantes; aunque es probable que pase también al revés, que yo visualice su música, de tal suerte que es posible que haya más cosas que subir, si las hay.

Así expuesto, coming soon o no tan soon:




Espero nadie se pregunte, al igual que él, por qué puse en su logo un patito. No es un patito, es un acrónimo pecho-tierra; que por qué está pecho-tierra, porque estamos en guerra señores. Tomen sus cascos y relájense.

Un fragmento:


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*No hay versión en francés, por excedentes de pereza.

14/1/10




Son las 11:37 pasado el meridiano de Greenwich. Londres amaneció, suceso poco habitual por etas fechas, con nula neblina. El sol se posa orgulloso y petulante sobre las calles sin llegar a calentarlas; ellas se conservan frías, tiesas, como animales muertos pero sin ningún olor que las delate. Los aviones atraviesan el cielo hacía el este, hacía el sur de la ciudad, las nubes se desgarran a su paso. En una de sus calles, cualquiera daría lo mismo, la gente comienza a aglomerarse.

Más tarde ellos encontrarán en el reporte entregado por la embajada el nombre de “Portman Square”, el cual no les dirá nada y nunca aprenderán a pronunciarlo.

Ahora mismo, más gente sigue aglomerándose. Sorprendidos, quienes con sus propios ojos vieron el suceso; ciudadanos cualesquiera, quienes acuden en auxilio; curiosos, que se aproximan gregariamente; mirones, que se acercan con la ambición de saciar su morbo; a lo lejos no se distinguen unos de otros. Más allá, un sonido que se agudece a su paso empieza a hacerse presente desde la lejanía. Se aproxima, inunda el espacio poco a poco y, de pronto, todo de una sola vez. Entre las voces revueltas, se distingue:

What happened!


poor girl.

poor girl

Hay una niña meciéndose en un columpio, su pelo tan largo como su espalda se suspende unos instantes en el aire cuando su cuerpo se precipita pendularmente hacía abajo, y desde el punto más cercano a la tierra húmeda que se extiende bajo sus pies, vuelve a elevarse, se agarra fuerte, el pelo vuelve a caer a sus espaldas. Ríe y risas ajenas le salpican el rostro como el agua atomizada que el viento arrastra a orillas de una caída. El cuerpo pesa cuando se eleva, se vacía cuando va cayendo y hace cosquillas. “Perder peso da cosquillas”, piensa. ”Si lograran inventar una dieta que fuera muy rápido, a gran velocidad, como un auto descendiendo una pendiente… las mujeres sufrirían menos, adelgazaríamos muertas de risa. Creo que las anoréxicas no sonríen mucho”. Sus recuerdos de la infancia comienzan a mezclarse con los comerciales de la TV: “Baje tres tallas en 3 días”. “Demasiado lento”, se dice, mientras juega en sus manos el boleto de avión, el cual no ha alejado de sí desde que lo tuvo en su poder. El papel un poco grueso, satinado, con las marcas de la cortadora en las aristas y atravesado por la línea en la que será desprendido. Vuelve a leer, por enésima vez:

Flight & Date/Vuelo y Fecha: 120807, Gate/Puerta: A12, Seat/Asiento: 26B, Boarding Time/Hora de Abordaje: 4:00 pm, From/De: Mexico City To/Destinación: Londres.

“Un avión comercial alcanza una velocidad de más de 200 km/h sobre pista, para luego empezar a despegar. Pero el peso acumulado en este proceso por la fuerza de la gravedad no es tan perceptible. Quizá como en un columpio o menos… ya lo sabré. El aterrizaje no puede ser tan diferente, un hueco en el estómago, cosquillas en la entre piern… cosquillas, qué voy a hacer contigo David, qué vas a hacer sin mi David… tus caprichitos. Ya va ser la hora de cenar… ni flores ni lágrimas, el pequeño David, el puto David… huele a sopa de tortillas. Mamá, voy a tomar té por las tardes, a tener acento inglés, como sea nunca lo sabrás, nunca lograste pronunciar bien outlet, vamos al aulete decías, con tu acento de ranchera… con mi acento de ranchera que terminé de perder después de tantas burlas, como la virginidad mamá… no sabrás cuántos ingleses dormirán en mi cama… te agradezco todo mamá. La Lupe se va pues y también gracias a ti con tu cara de mujer abnegada. Gracias a él a pesar de los golpes… Maten a las borregas que la Lupe se va, gritó… la niñita, la niñita, entre las sábanas húmedas en el patio, el viento arrastraba insectos y el invierno, mecías las caderas al ritmo del agua en el lavadero, mi ropa, los calzones de mis hermanos… Lupe ya métete… qué aprendiste hoy Lupe… mamá el Big Ben es un relojote… ahogados en la neblina, no estarás allá David… los ingleses tienen los dientes chuecos… huele a sopa de tortillas, es hora de cenar… quién abrió la puerta”

Sentada en el comedor de la casa de sus padres, su casa, la misma desde que ella tiene memoria, siempre limpia, siempre ordenada: “el trabajo de ama de casa es de 24 horas, hueva… hazme de comer vieja… hueva, los mariditos, unos les limpia el piso de rodillas, mientras ellos se acuestan con la vecina, quien se arrodilla por otro hombre… pasan su vida arrodilladas sin tener nada por qué pedir perdón, sin penitencia, pero con culpa, de qué, de quién, no saben… hueva.” Piensa, escucha en la cocina a su madre menear la sopa de tortillas, la que ella tanto gusta. “…abriste la mano bebe, canicas sucias, comíamos en el mismo sitio, la mesa gastada, éramos unos escuincles.” Siente ganas de llorar. Las mismas paredes, los olores de siempre, su madre como parte del decorado, como parte del piso, como parte de los muros, encerrada siempre en ese cuarto, esforzada, correcta, pulcra porque ella, ellos tuvieran una buena alimentación, una buena educación. Sabe que dirá adiós, que no volverá a estar sentada justo ahí, no en mucho tiempo, y de vuelta sólo como visita. “¡Hola! He venido desde muy lejos… cómo huele Inglaterra…”. El nudo en la garganta, el hueco en el estómago. “Tantas emociones de un sólo golpe debía ser ilegales, justo como los abortos”, se dice. La tranquilidad le regresa un poco cuando recuerda todo el esfuerzo, siempre la primera de su clase, siempre becada. ”Ya levántate Lupe… los gallos en la oscuridad, en la oscuridad buscando a tientas los zapatos, la mochila… métete a bañar Lupe, el agua fría, los pezones duros, temblando, temblando”. Sus padres estaban orgullosos. Todos hablaban de ella. “La Lupe se va a los Europas…”, “un doctorado…”, “va estudiar no sé qué madres…”, “pinche vieja…”; decían, entre orgullo y odio.
“Es tarde… ya es hora, ya me voy… no me esperen pronto, papá, mamá”

Esa tarde, lágrimas en sus ojos, lágrimas en los ojos de ellos, su camión partió hacia la ciudad de México, desde la que su avión se dirigiría a Londres.

El vuelo 120807, Ciudad de México – Londres, arribó a las 9:15 hrs, zona horario Londres – Lisboa, en el aeropuerto Heathrow. En algunos minutos Lupe pisaba por primera vez tierra extranjera; si al mortecino, aséptico y pulcro piso de la terminal 6 del aéreo puerto podía llamársele de tal forma. Como fuera, Lupe observaba todo maravillada, la sola idea de saber que no era más su tierra, que se encontraba al otro lado del océano, le resultaba extraña. Qué diferencia había entre el aeropuerto de una ciudad y la otra, en realidad no parecía haber mucha, otra construcción moderna más. La misma sensación de vaciedad en las amplías salas abarrotadas de gente, la luz de tonos cálidos, regada, bañando una construcción de una frialdad hipertécnica, hiperfuncional. La idea de otro país, otro continente, palpitaba en su cabeza, mirar con otros ojos las mismas cosas, otra gente, Londres nacía primero como una pura idea que hacía que los mismos muros que se pudieran encontrar en cualquier parte del mundo fueran puestos bajo otra mirada. “Cuánta agua debe haber allá abajo”, había pensado mientras miraba por la venta del avión sin ver más allá de la oscuridad de la noche, apenas había una diferencia entre aquí, de donde ella había partido, a allá, donde ahora se encontraba. Había sido como un pasaje a otra dimensión; caminar a oscuras y de pronto aparecer en otro lugar, en el que todo era tan parecido, pero a la vez tan profundamente diferente. Resultaba difícil de ser digerido. La misma luz, la misma dureza del piso, la misma sensación del agua en la boca. Sin embargo algo se respiraba diferente, se olía diferente, el frío parecía ser otro frío. “Heathrow”, el nombre se saboreaba, se imaginaba una taza de té, la Reyna de Inglaterra, la Reyna loca en el cuento de Alicia y tomar té con una liebre descocada.

47 minutos de andar en Londres sin estar en Londres, frente a una taza de café y no de té Lupe descubre en los dientes de un empleado del aeropuerto que no todos los Ingleses tienen los dientes chuecos. El café, no, tampoco sabe tan diferente, tampoco el pan ni las miradas de los hombres de una isla húmeda y fría. Mentiras esperadas, no se sorprenden, la gente inventa muchas cosas, narices grandes, ojos, cuerpos peculiares, hábitos extraños; después de todo ni siquiera su padre viste un enorme sombrero y se cubre con un sarape debajo del cual un traje de manta, y su pueblo nunca fue un lugar de nopales con un clima caluroso. Cuando parecía tan lejano resulta estar más cerca, resulta ser más inmediato, aquel reloj en esa torre cuadrada que en su infancia parecía imposible se vuelve ahora un fantasma que la acosa desde la calle. Las calles que no ha pisado aún, los parques que no ha visto. Se pregunta cómo será enfermarse en Londres y se descubre sola. Seguro que no habrá un puesto de tacos allá afuera, cuando volverá a comer pozole. Después de tanta gente pasar frente ella, y por fin ponerles atención resultan lo suficientemente extraños como para sentir cierto pánico. Cómo será amar en este país.

Quizás un suspiro más, quizá otro trago de café, quizás un último segundo antes de dejar su asiento, un asiento que después de todo es prácticamente igual a todos los asientos de los cafés de todo el mundo. Cosas insignificantes, y sin embargo sólo será ese lugar en el que estuvo por primera vez, sólo ese café que no volverá a ser servido, que no volverá a ser tomado. Quizá un segundo más antes de partir, antes de sentir que el mundo se viene encima, que más que el sabor del café en su boca, del aire, que la sensación del asiento contra su cuerpo, es el simple hecho, irreconocible aún, de estar en otro sitio. Las azafatas no anuncian que la soledad te espera allá abajo, quizá no al momento del aterrizaje, pero espera. Tampoco, ninguna voz en los altoparlantes del aeropuerto que diga que la soledad llega a tal hora, que abordará por tal puerta en tal sala, que diga que te cae encima mientras le das un último trago al café. Quizás un segundo más antes de salir.

Otro mundo se abre, se apresura a pagar, y si no hubiera comprado euros antes de venir, cómo abría hecho para pagar, a quién llamaría. Nadie, no habría nadie. Se abren las puertas del aeropuerto, estoy aquí, lo hice. Siente que el mundo se mueve como si fuera una película y se siente feliz. Toma un taxi, que no es como los taxis de su país. “Buenos días, me podría llevar a Portman Square”, ríe y se disculpa por haber hablado en español.

El auto acelera con dirección al este, Lupe recuerda haber olvidado cómo se siente aterrizar, pero siente ahora como se sintiera estarlo haciendo, una ligera pérdida de peso, un hueco en el estomago que produce cosquillas. Viajar en esta dirección es en cierta forma viajar al pasado, su futuro es un pasado por explorar. Los árboles crecen en el horizonte, desaparecen del paisaje a medida que el auto viaja ahora a una velocidad casi constante. A la orilla en el camino aparecen algunas casas que no son como las de sus recuerdos, la vegetación es constante pero poco a poco comienza a hacerse más escasa, a la vez que Londres comienza a volverse visible. Las calles, los edificios, la gente andando en la calle, en otros autos, ella se llena los ojos de Londres. La ciudad se muestra de repente, aparece casi sin previo aviso, de pronto se está en ella, se es observador y parte del entorno; de pronto, en un instante Lupe se vuelve parte de Londres, un visitante más a bordo de un viejo taxi londines.

Son las 10:55 am, la luz despeja la vista, se despierta con una mirada clara de sombras, reflejos de cristal y fachadas de edificios, se mete por la ventana de un taxi, descubre un terciopelo tinto en los asientos, una sonrisa lumínica en la barba rubia apenas crecida del chofer, las manos nerviosas y húmedas de Lupe que no puede guardar una sonrisa casi congelada en su rostro. En su mano un papel arrugado y mojado de transpiración, en el que algunas direcciones están escritas. “Tienes que ir a Portman Square antes que nada”, le había dicho Eva con un tono autoritario, “Putazorrabruja” había pensado ella mientras sonreía. Y sin embargo, era ahí a donde se dirigía; tal vez sí las historias de odio son igual cuentos de amor, se sostienen de menos en una frágil ambigüedad pronta a decantarse hacia a algún extremo. “Te ves linda con esa blusa que te presté, es Dolce & Gabbana”… el taxi se detiene… “Portman Square”

Los edificios se alzan como atalayas inaprensibles, el sonido de sus tacones resuena en su cuerpo, después en las calles, sonidos anónimos que vienen y van a todos lados. Lupe respira profundo, Londres no cabe en su cabeza, una palabra tocada por la realidad, el lugar de una huella que con el tiempo cambiará su forma, una marca, un recuerdo que se arrastra minuto a minuto, de construcción a construcción, de banqueta a banqueta, Portman Square podría ser igual que pisar la superficie lunar, que tocar la cima de una monte lejano; bajar una banqueta, lo mismo que saltar a un precipicio.

Son las 11:15 con 42 segundos, Lupe da un paso para bajar la banqueta, Portman Square frente a ella, voltea hacía la izquierda…

Un golpe seco seguido de un acorde de pequeños golpes, la materia se fractura, se desgarra. Un rechinido, cristales rotos, metal abollado, el miedo en el rostro de un conductor. Un carro atraviesa Portman Square, deja una marca de hule en el pavimento, se aleja, desaparece.

En el suelo, Lupe, el cuerpo sin vida, la piel hecha jirones, el cráneo roto, el cerebro se asoma, se riega un poco en el pavimento. En su muñeca, el reloj que se detuvo con el impacto, el tiempo congelado, marca las 5:15 am; zona horario, ciudad de México.



*Sin versión en francés por la incompetencia de un servidor, gracias.