23/5/08

Esto no, es un poema

Hay avispas, recién echadas al vuelo,
muertas en el quicio de la ventana
. (esto no es un poema)
Hay avispas en el quicio de la ventana
desecadas por el sol, quien les ha cocido, delicuescido, licuefactado, evaporizado
las entrañas
. (esto no, no es un poema)
Hay avispas en el piso, bajo la cama
Empolvadas, deshidratadas
y recuerdos vanos, de tierra y piel muerta,
de días en que hacía
tanto pánico en la cama,
recostado, obnubilado
el cuerpo entre las cobijas
. (repito, esto no es un poema)
Hay avispas bajo el teclado
estremecidas, desmoronándose como pan seco.
Nada bueno debe significar,
nada bueno han de decir
esas patitas resquebrajadas.
Porque esto no es un poema,
alguien ha roseado DDT.

Pero, y si fuera lo mismo que afirma que soy un mentiroso:
(¿debí escribir esa frase entre signos de interrogación?)

-Esto, no es un poema...

18/5/08

Con subtítulos

De las bonanzas del mundo

No tengo ídolos ni héroes ni figuras a seguir ni defiendo irreflexivamente alguna forma de identidad, no tengo objeto sobre el que profese una fe siega. Lo cual no pretende tampoco alguna originalidad alimentada y sostenida sobre una forma de marginalidad mediocre-heroica. Es más bien una forma de defensa contra la casi certeza de la constante desilusión de las cosas, un dispositivo de amortiguamiento sobre la insistencia del desencanto al que nos deja nuestro “mundo” formado por un sistema de creencias. Pero bueno, he empezado con este discurso como de graduación, como de no sé qué cosa, porque dada esa forma de proceder sobre los hechos, sobre todo las cosas que me ilusionan, de menos de alguna forma (así, talvez, como una niñita de secundaria), tiendo a tomar una postura (maricona) de des-apego. Así que (cosa que seguro a nadie le importa), me gusta la música de Portishead y cuando salió su nuevo disco no corrí a comprarlo ni busqué referencias en la red ni pretendí escuchar alguna muestra ni leí alguna crítica al respecto, supuse que un día, por casualidad, lo escucharía. Y bueno, como no quiero echarme uno de esos comentarios de “experto en la materia” que caga la madre...




Justo lo que me hacía falta, algo que me perforara el cráneo, que me hiciera rechinar los dientes y que, en algún momento me acariciara la panza.

Intento fallido

Dije a alguien que escribiría, pero tengo el cerebro estreñido. Podría hacer alguna de esas divagaciones sobre la distancia del sujeto, la discontinuidad del ser sobre la que se forma, el lugar del lenguaje, a propósito de que sin lenguaje no habría ni verdad ni mentira, de que no habría lenguaje sin una falta, sin la distancia, sin la discontinuidad. Luego, también, que esa distancia, más allá de un lugar de incomprensión, frustración, malentendidos, en cierta forma el hecho de que de alguna u otra manera siempre vamos a estar solos, es un lugar de confort del sujeto, como un “gracias a Dios que no hay tiempo real del pensamiento entre sujetos”, talvez hasta la especie se habría colapsado ya de la pena y la vergüenza. Pero na, ya le dejo... hasta podría terminar hablando de mi teoría de prótesis, lo cual me recuerda que uno debería tener tatuado el modus tollens en la frente, para recordarle a los otros, a uno mismo cuando se mire en los espejos, que todo falla; es como si el pensamiento occidental, el gran pensamiento occidental, fuera tan cristiano como el prepucio de Jesucristo; hace falta un pecado, un pecado sólo para irse al infierno, hace falta que algo falle, que algo falle sólo una vez para que toda la teoría se vaya al carajo.
Pero bueno, creo que todo esto también divierte.. mas, como todo buen huevón con el mínimo de inteligencia, mejor echaré mano de cosas ya hechas.

Escombros II:

Destinatario post-anulado

Me meto la mano al silencio de la boca
En la esquina el sol se pudre con la tarde
En la cara se desgarra la saliva del párpado

Y sé que ya no enterraré más sublimaciones
En la carne respirando sudor
En el ojo seco del estomago

Barcos se bañan en el aliento muerto
donde la concepción de la oscuridad no gime
Y voy haciéndome cenizas las manos
con la noche, con el calor de los gritos machacados

Esperaré mientras me olvido de sus caras
para meterme a la alcoba de la sangre,
Oxidado clavo fanático de las venas
escupo tus sabores olor a tierra... otro

He calcinado la angustia de la mañana
en sus brazos rígidos de perra muerta
Y aún están ahí los gusanos
comiéndose tus zapatos mientras canto... otro

Respiro el suelo de tu boca carcomida
y estornudo el estomago lleno de excremento
sobre tus pies sobre tus manos de humedad y sangre
y ya no regreso más ya no te quiero nada... otro

Hablaré coherentemente balbuciendo
con la mano que me he arrancado
y la arrojaré por el excusado

Gritando:
Excúsame Señor por haber hablado
Cierra mi boca con tierra de mi tumba
Yo no sacaré la mano más por la ventana

(¿Has creído, Señor, que existes,
que porque te he hablado existes?
Sólo ese instante solo, pero
tu muerte ni siquiera ha dolido.

No te creas de nuevo que te estoy hablando)

En algún lugar, momento del 2000.
Hágase servir del presente texto, la señorita Marilú, como considere conveniente. Sin otro particular por el momento, quedo de usted.

11/5/08

¿Quién dijo qué de la poesía?

(o del día que, estúpidamente, intente matar a la poesía poéticamente)

Nada, no hay nada
donde levantas una palabra;
sólo un rumor cuajado
de suspiros.
Debajo de las piedras
famélicos gusanos,
rozadas lombrices,
un fuerte aroma
a entierro de raíces
y agua que anochece
la tierra.

Nada, no hay nada
donde destruyes una imagen;
(tu construcción del mundo como un tic nervioso)
Sólo un total des-habitamiento
que te congela las tripas,
un cansancio de volver a empezar
que te tiembla las manos
de más fatiga;
un no saber a donde ir
y, aún así, un ansia loca
de empezar de nuevo.

Nada, no hay nada
donde metáfora se entierre
por su propio peso;
sólo una ligera marca.
Nada donde quemare
este papel sobre el que escribo;
sólo un canto de cenizas mudas.

Hay, aún, este momento
de agua y roca derrumbada,
una llamarada que
no ha quemado el cuerpo,
un paso, un sólo paso,
en la hierba muerta.

Y luego, este momento,
el después dela palabra
como fuego, agua o roca,
hierba seca machacada.
El momento en que toda metáfora se vuelve estúpida (digo, como si en verdad hubiera estado escribiendo poesía). El lugar al que toda metáfora se jubila (sólo hay que ver esta última de jubilar a un tropo). El momento en el que quedo vacío.

Pero hay, también, después, mi gozar con la lectura de esta muerte, asesinato del que ahora, ustedes, pueden ser también: ¡culpables!

Es decir,
luego y aquí dentro:
hay después.