5/2/08

No sé de qué trata este largo post

(teorías-vida-estadodeánimo)
Yo, un día, hace unos días, estaba triste o algo parecido, en realidad no lo sé y tampoco sé por qué, así que invento algunas teorías. Siempre invento teorías, algunas muy estúpidas, extrañas... creo que como sea (aquí viene otra teoría) no tenemos certeza de nada y sólo nos quedan las teorías de las cosas (“cosas” quiere decir lo que sea... por otra parte, algún tipo listo vendrá a decir que, luego, tenemos la certeza de no tener certeza de nada... el lenguaje, la mierda y todo se va a la mierda), mejor si no están tan equivocadas. Pero lo cierto es que ni siquiera podemos vivir verdaderamente la vida, demasiada compleja (no quiero decir complicada, es otra cosa), ni la conciencia ni, siquiera, la “inconciencia” dan para tanto. Y es que es desde ahí o allí, desde esos lugares que se la vive, desde esos lugares comunes a mi, a los otros (a los que reconozco con una mirada, que me reconocen con otra mirada, como el testimonio de una distancia insalvable, permanente), pero como digo, no dan para tanto; todo el tiempo partes de la vida, de nuestra propia vida, se nos están escapando, por más concentración budizenchaulintaoislamangadelmuerto que hagamos. Una voz misteriosa, la de tu conocidísimo sensei Kuachi-Machi-Kachi, te dice: “vive el presente”, y uno: “qué.. ¡ah (obtemperando [asientiendo pues, para los no-nerds o ratón-de-biblioteca-gusano-de-libro como yo])!.. ¡puta! ya se me escapó, ¡puta! ya se me volvió a escapar por pensar “!puta! ya se me escapó”, ¡puta madre! Ya se me volvió a escapar por pensar “¡puta! ya se me volvió a escapar por pensar “!puta! ya se me escapó””, ¡reputisimamadre! Ya se me volvió a escapar por pensar “¡puta madre! Ya se me volvió a escapar por pensar “¡puta! ya se me volvió a escapar por pensar “!puta! ya se me escapó”””... (rubato, ad infinitum, tempo libero... no sería lindo que uno pudiera poner indicaciones así como en la música escrita: ironicus vivace o sarcasmicus dolorosa o etc.). Pero bueno, el punto es que no sé. La primer teoría al respecto de mi estado de ánimo fue muy falsa, la segunda estuvo mejor, un poco más congruente, aunque igual eso no quiere decir nada, sólo parece más adecuada, de acuerdo con el estado de ánimo por el que pasaba. Pero quizás un día lo hable, lo haga hablar o lo haga existir con palabras para alguien, en un momento adecuado, si acaso los hay.. sí... un día, talvez, y yo diga “...recuerdas ese día que estaba triste, tú?... pues todo empezó así, esa vez, luego pasaron las otras cosas... y eso y ya y...”. También tengo siempre la opción de decir:
“- En realidad casi no te lo puedo contar. Imagínate que al llegar a Marte un tipo te pidiera que le describas las cenizas.” (Cortázar)
(Diálogos simulados)
Y justo ahora cambio más o menos (últimamente soy puro “más o menos”, me doy asco) de tema. Creo que eso sería una evasiva poética, las cenizas tienen siempre ese tono. Pero un marciano podría pedir que le describas las nalgas, y de un marciano uno puede pensar que no tiene un análogo de nalgas en su cuerpo que nos sacara rápido del problema. Señalarle las nuestras quizá tampoco baste. El problema está en que si uno dijera algo así, “imagínate que al llegar a Marte... etc.”, no queda claro qué es lo que uno quiere decir. ¿Es porque, incluso si un marciano hablara español y tuviera más o menos estructuras similares de pensamiento, no se lo podrías contar, es decir es simplemente difícil, más, imposible de explicar, o es porque tal vez no podría haber una traducción?... A los filósofos anglosajones les gusta pensar en esas cosas, recuerdo haber leído algo así en Putnam refiriéndose a otras teorías de otros tipos de otros lugares en otro tiempo. Por ejemplo, si las estructuras de pensamiento entre dos “hablantes” fueran muy distintas, una traducción seria muy complicada y no podría haber un verdadero diálogo, como si uno dijera gato señalando ese animal, mostrando ostensivamente lo que significa gato pero en la mente del otro sujeto no se entendiera igual, como en vez de “gato como un todo” el otro entendiera “partes separadas de gato”. Aunque pareciera que se están comunicando, estrictamente no lo hacen, es más un simulacro de diálogo; uno dice gato y el otro dice gato, pero no entienden lo mismo, aún cuando los dos señalan la misma cosa. A veces me pasa así con algunas personas, parece que hablamos y nos comunicamos, pero lo hacemos muy a medias.. Bueno, sí, sobre todo con las mujeres, pero de esto no deduzco, en lo que a mi experiencia se refiere, que mis estructuras-mentales sean esencialmente diferente a las de las mujeres. Talvez así sea, pero bueno, el punto es que no hablo mucho con hombres, o con la mayoría tengo sólo conversaciones superficial, incluso si hablamos de los temas más elevados de este mundo de chiste; luego no tengo suficiente material para hacer un diagnostico diferencial (yo y mi pinche ansia de escupir metáforas baratas). Así el hecho de que discrepe, o tenga esa sensación más con las mujeres, es, probablemente, sólo porque es el caso que hablo más con ellas. Y, por otra parte, esto es, más o menos (de nuevo dubitativo), una contradicción. Sí digo que hablo más con ellas, que es con ellas que tengo conversaciones menos superficiales y luego digo que es con ellas que tengo más esa sensación de hacer sólo simulacros de diálogos, de representar sólo, sin que tenga verdaderamente lugar cualquier posibilidad de dialogismo; qué chingados, entonces, estoy queriendo decir? Por el momento no sé. Así que cambio de tema.
(hombres y mujeres)
Creo que los hombres son feos... aquí debería usar esa estrategia sartriana de solidaridad con el otro, con el acusado, como “creo que los hombres somos feos”, pero no estoy seguro de ser un hombre, luego, tampoco estoy diciendo que sea gay, si no creo en Dios tampoco creo en el Diablo, o si le quitas la noche al día pues quien sabe que sea, por eso no creo en los monopolos magnéticos, por eso pienso que Paul Dirac estaba loco, que los físicos están locos, claro, aunque tengan toda la puta razón del mundo... eppur si muove (sin embargo se mueve) y todas esas cosas con las que vendrían a callarme la boca. Regresando, decía que los hombres me parecen feos, desde mi concepción estética demarcada en lo agradable y lo que puedo considerar bello (en un sentido limitado del término), así, simplemente me desagradan, los encuentro sin gracia, creo que en este sentido si debía decir “nos encuentro sin gracia”, incluso mentalmente, demasía básicos, así sean muy inteligentes, sin gracia, minimales, animales des-graciados y algunos desgraciados (aunque eso lo comparten con algunas mujeres).
Creo que esto es una perversión, pero qué sería uno sin esas cosas. Del otro lado queda entonces mi admiración por las mujeres, el placer de sólo verlas, todos sus gestos, tan ávidos, que sé yo, todas ellas tan complicadas. Y aquí ya no sé cual sea la perversión y qué sea consecuencia de qué: de mi desagrado por los hombres nace mi admiración por las mujeres, o de mi admiración por las mujeres nace mi desagrado por los hombres. Hay que jugar a la patafísica, el huevo o la gallina, mi respuesta es que ninguno de los dos, pero si hay que dar una respuesta diría que la gallina, el problema no es irresoluble pero no estoy de humor para resolverlo hoy. Así que esto se está acabando.
(Detritos)
*Queda, una confesión: creo que me enamoraría de cualquier mujer que llorara frente a una “obra de arte” por el puro hecho de encontrar algo ahí ante lo que no había otra cosa que hacer. Sería tan patético y tan bello, que yo, a mi vez no podría hacer otra cosa.

*Queda, una aclaración: no tengo la menor idea de por qué terminé hablando de esto, pero aseguro que no lo hago porque la mujer esté de moda, porque quiera ganar adeptas, como esa táctica nefanda de Dawn Brown o como vergas se llame el estúpido que escribió el Código Da Vici. Digo: “Ahí donde se la ‘libera’, donde se la ‘deja hablar’, no se hace sino hablarla, esclavizarla, se la usa.”

*Queda, labor comunitaria con mis comentarios hiper-optimistas sobre critica-literaria-entrespatines de las últimas novelas que he leído:

“El primer hombre” (Camus): Malo, ni siquiera terminé de leerlo y nunca había hecho algo así. Se la pasamos porque lo sacaron de los borradores que llevaba consigo el día que falleció.

“La insoportable levedad del ser” (Kundera): Buena onda, si le quitas las primeras páginas donde habla de Nietzsche y de mamadas filosóficas que ni son tan relevantes y que ni venían al caso, si no fuera de una forma accesoria.

“Ensayo sobre la ceguera” (Saramago): Está bien, mientras no te llegue esa sensación de que es sólo un buen tratamiento, más o menos original, de la típica historia de zombis por contagio o de una pandemia (tipo “La peste”) como motivo para tener reflexiones profundas sobre la condición humana.

“El evangelio según Jesucristo” (Saramago): Divertido, como que la tentación que hace el Diablo a Jesús es zoofílica, ofreciéndole que apacigüe sus deseos carnales cogiendose un cordero. Y está linda la historia de Jesús y María Magdalena, también cuando Magdalena se coge a Jesús. Triste, que Saramago no va más allá de hacer del mito de Jesús una tragedia griega.

“Rayuela” (Cortázar): Recomendable. Pero tampoco está tan acá como se la dan los Argentinos. Estructuralmente es como un libro con las notas al final en vez de al pie de página. Si se está de humor para ver otra cosa, pues bueno, siempre se trata de eso, como ver elefantitos en las nubes.

PD: Igual todos son buenos libros, sólo que mi mamá no me enseñó a adular. Y mamá aparece siempre que me pongo de mal humor, y talvez estoy de mal humor. Si fuera un critico, seguro todos los artistas me odiarían y utilizaría recursos como que “es mi envidia”, “mi frustración porque yo no tuve imaginación para escribir un libro”, “etcéteras”; así es-somos la gente

*Queda, la frase del mes (una proposición útil para las discusiones): “Rien n’est nécessaire dont l’opposé est possible.” (nada que su opuesto sea posible es necesario) Leibniz

*Queda, lo último que pudo registrar mi cuerpo en la pantalla, sobre mi tesis, antes del pasado bloqueo de mi cerebro:

“Nudo gordiano, impasse, quiasmatismo irreducible, a-irredentible reducto, más, un reducto sin puertas ni ventanas, un trompe la lógica, trompe la consistencia. Lo mismo, más problemas del lenguaje, de uso, de polisemantismo, de “incocistesismo”, de desdefinicionismo, de a-conceptualismo, de la historia (por si no fuera poco) de este mismo nombre, “de las historias de la historia”. Invocar más paradojas. Y el problema ni siquiera termina allí o ahí, ni siquiera es tan simple; no es esta simple abstrusidad.”

¿Qué? ¿Me lo puede repetir?

Creo que igual que los modernos no podían ser no-modernos en la modernidad, nosotros no podemos no ser posmodernos en la posmodernidad.

Na... que va... Mañana podría ser un cavernícola, si quisiera.. pero como no quiero.

Bueno: Disfruten... o sufran o guatever: vous n'etês pas obligé.

9 comentarios:

Beu Ribe dijo...

Mañana no serás un cavernicola, probablemente seas una Uva morada, amargada y sonriente.

Los hombres son bellos, hay que verlos por partes. Por ejemplo la espalda, la espalda de un hombre es bella, sumamente bella, podría pasar la vida entera viendo espaldas masculinas, las femeninas no son tan hermosas, la curva de la cintura les quita fuerza, como si la cadencia quebrara el encanto.
Luego están las manos, las manos de hombre son lindas, especialmente las manos delicadas, los hombres con manos delicadas son rarísimos, pero hermosos también. Y queda, por último, la voz, la voz de un hombre es hermosa, las mejores voces que he oído en mi vida siempre han sido de hombres, y si alguna mujes tiene voz hermosa, es porque sin lugar a dudas es una voz masculinizada.

En fin, solo pasaba a saludar y a decir:
¡Chinampas!

Besos chispeantes, chocolatosos (mas latosos que de chocolate) y chocantes.

°venganza dijo...

Ja.. Creo que eso de amargado y sonriente me va bien. Y mi sonrisa habitualmente intenta, sin lograrlo jamás la pobre, transgredir los límites de mi rostro.. es como una sonrisa que no sé sabe frustrada. (me pregunto, justo ahora, qué tanto es lo que quiere decir eso que escribo más allá de querer rascarle un grano a lo poético).

¿Sabes?... después de aquella charla nunca podré tomar en serio, ni ofenderme, de alguien que me diga: "chinga tu madre", no sin reír un poco de ese "chinga" sobre la madre...
para reir, como "chinga tu choncha madre pinche chamaco chocante..." ja.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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