11/10/07

Ahora-mismo (deviniendo nazi, o Papa Benedicto s/n)

Ayer iba en el camión hacia la biblioteca a renovar unos libros...

Voy a hacer un paréntesis (De hecho no me dejaron renovarlos porque la credencial no está en-micada, el tipo que atiende dijo que estaba en el artículo decimocuarto... según recordaba yo, no había artículo decimocuarto... había leído el reglamento una vez antes de usarlo para limpiarme después de hacer del baño y no lo recordaba con precisión, además no iba a discutir por algo que era en sí mismo estúpido, así que no dije nada. Habitualmente las personas en esa posición se comportan de esa forma, supongo que es como una válvula de deyección, para dejar escapar un poco de su mierda, y cuando uno los confronta todo lo que se gana es llenarse de eso. Seguramente les ha tocado que alguien les impide hacer algo por alguna idea sin sentido que lo prohíbe, "lógica" deóntica para resentidos y mutilados.)

Pero bueno, iba en el camión. Como es costumbre, el respetable chofer tenía la radio puesta a un volumen en el que nadie dentro del camión quedara privado de escucharla; igualdad para todos, democracia y cosas así; algún tipo de socialismo larvario, talvez. Y por alguna razón (descuido) puse atención a una de las canciones, lo cual fue una experiencia desagradable. Lo habitual es sacarse los mocos de la nariz, quizás, observar alguno con cuidado, analizar su consistencia, preguntarse cuantas bacterias vivirán ahí, cosas así, para hacer más ameno el viaje y, sobre todo, para no poner atención a la música; puede ser una experiencia traumatúrgica. Pues eso pasó. Además es triste darse cuenta que uno conoce los nombres de los "artistas, uno debería tener pleno acceso a su propia memoria y borrar las cosas que son totalmente inútiles y dejar las otras inutilidades en las que uno se interesa... por qué tengo que tener en mi memoria nombres como rbd, luis miguel, arjona y además tener una idea del referente (puta cultura de masas, sociedad del espectá-culo). Por qué guardar todas esas cosas inútiles, cuando uno podría guardar otras inutilidades, podría tener guardado el diámetro de la tierra, la velocidad a la que jira, los tres preludios para guitarra de Villalobos que ya he olvidado, los elementos de la tabla periódica, sus números atómicos, la forma exacta de los pechos y el pubis de X, su cara y una forma compleja del registro del olor de su pelo y el sabor de su piel, algún poema largo como “Muerte sin fin” que habla de un vaso con agua, como hacer una bomba con mierda de conejo, matar a todo el mundo sin que nadie se de cuenta, incluso uno mismo. Pero lo cierto es que mi cabeza está llena de esas cosas, están registradas en mi cerebro. Además uno tiene que escuchar cosas así todo el tiempo y entenderlas, que tengan algún sentido estúpidamente descifrable, que tengan “sentido”; qué necesidad? Debía haber una ley estúpidamente arbitraria que prohibiera a la música pop (en tiendo por música pop todo lo que uno puede escuchar en la radio y ver-oir en mtv) que tuvieran letra, deberían cantar en glosolalia, para qué gastar el lenguaje, si todas tratan de lo mismo, de amor y (desamor) de la forma más banal (la verdad es que yo escucho esa música, y soy cursi, a veces, pero no en este ni en ese momento). Y ahí está, que uno va en un camión y tiene que escuchar cosas así: “cómo encontrarle una pestaña a lo que nunca tubo?”, por qué?, qué necesidad?
Como si las pestañas estuvieran en los ojos, como si no hubiera párpados sin ojos, como si uno no pudiera encontrar una pestaña en cualquier lugar... y se acaba y sigue otra... además uno tiene que entenderla, percibirla y darse cuenta que es una mamada.. “y llevarte a la sima del cielo...” Sí, es una metáfora, pero eso qué, no significa que uno tenga que decir estupideces pretendiendo decir alguna especie de sublimidad romántica. Creo que después de Ulise de J. J. quedó demostrado que en literatura todo estaba permitido, puedes leer Burroughs y ver el uso de ello. Pero no, eso no debería de autorizar a la gente a escribir todas las estupideces que se le vengan a la cabeza, sin la más mínima reflexión. Creo que si el cielo tuviera una sima eso estaría muy cerca de la tierra, quizás en alguna letrina olvidada, hedionda, en la cierra madre occidental; yo que sé, en el ano del mundo.
Creo que ya debo dejar de vomitar, estoy deviniendo nazi, o Papa Benedicto s/n.

11 comentarios:

Indio Cacama dijo...

Dicen que si quieres conocer la verdadera naturaleza de una persona dale poder o dinero ; todos esos entes que se suben a un ladrillo y se marean y asumen el papel de guardián kafkiano están compensando con ello grandes carencias , hay que tenerles compasión.
La memoria sí deshecha todas esas cosas inútiles , pero como a diario estamos en contacto con ellas se rescata el archivo a cada rato , de todos modos dentro de veinte años nadie va a saber ( ni siquiera sus adnmiradores) quien fue Valentin Elizalde.
Ah , esa imagen de encontrarle una pestaña a lo que nunca tuvo ojos es horrible , macabra y grotesca.

Manuel dijo...

¿Tubo de tuvo o de table dance o de agárrate en el camión pa que no te caigas?

Saludos, muy buen escrito

°venganza dijo...

-Creo que la aceleración e insistencia de los fragmentos hiper-condensados sin más dimensión que la segunda, como las aguas turbias que uno podría pensar que son profundas y son sólo charcos (parafraseando al wey de Nietzsche), no dan tiempo siquiera de alcanzar el umbral del olvido o de permitirse, uno mismo, una amnesia voluntaria. Lo cual es contradictoriamente lógico si se piensa que esa misma anamnesis superficial, como una constante de banalización omni-insistente y con un rango altísimo de frecuencia, impide todo tipo de anamnesis que pudiera ir más allá de esa superficie; de forma que nos deja en una amnesia profunda, superada por una anamnesis superficial. A veces no recuerdas lo que viste el día anterior en la TV, sabes que viste tal o cual programa, pero para recordar qué pasó tienes que hacer un esfuerzo. Lo cual “ahora mismo” no importa, porque hay más cosas que ver, más superficie. Como si todo fuera ya, sólo el momento, la noticia y de la noticia el faits-divers, la nota roja. La muerte de Valentín Elizalde, que de buenas a primera lo hizo famoso y que de la misma forma quedará olvidada por otras muertes espectaculares. Nuestra cultura está jodida.

A propósito de ese acontecimiento, recuerdo que para las mismas fechas había muerto Baudrillard, y a veces me cagan los textos de Baudrillard, pero cualquier párrafo de alguno de sus ensayos podría ser más interesante que toda la música del tal Valentín. Si Baudrillard se hubiera mutilado la panza y hubiera muerto por desangramiento de panza rebanada, seguro hubiera ocupado un espacio importante en los noticiarios de todo el mundo. Digo, eso no es “romántico” como cortarse una oreja, pero igual despierta el morbo. Además para esas fechas trabajaba de mesero en un bar robando estúpidos ricos, así que tuve que aguantarme un rato de comentarios acerca del aburrido asunto y buen de choco-aventuras del tipo aquel, el tal Valentín. Ahora resulta que morir espectacularmente balanceado, por quien sabe qué cosas deshonestas que uno hacía, te convierte en un héroe nacional; mientras los presidentes nos meten el pie por el culo y todos nos seguimos riendo.

-Ja... quedo buena esa del tubo, supongo que mi única justificación es la mala educación de este país.. y mi falta de atención.. chale.

Saludos!

Manuel dijo...

Así lo entendí, juro que solo es crítica sana y ganas de aprender y que me aprendan. Y aquí se ve que vuelan alto las ideas. Y el tubo lo dejamos pal finde

Gracias por las buenas vibras

Kojudo Mayor dijo...

¿Tienen alguna conexión el narcisismo y las matemáticas?

Encuentro un común denominador a tal asunto.

Andrea dijo...

Ademas de guardar datos inservibles la mayoria del tiempo, la memoria se osa en guardar justo aquellos que no queremos recordar, porque tiende a la obsesion y porque seguramente no acepta negativas como respuestas. Mientras mas aborrecemos algo, mas lo tenemos presente porque nos molesta, en cambio datos mas interesantes como los que citas, no fastidian ni nos quitan el sueno, siendo proclives a ser olvidados (o guardados) y sacados a colacion con mucho esfuerzo. Seria mas interesante guardar experiencias que datos, porque al parecer repetimos una cosa interminables veces, reiterando payasezcamente la levedad de los acontecimientos sociales, como elegir una y otra vez al mismo politiquero pueril, que sabemos que ya nos robo y nos seguira estafando. En fin, la terquedad de la mente parece ser igual a la de los romanticos poperos, que deciden encontrar simas y pelos, peinados y modas, boicoteando todo intento de arte. Bien tu blog!!! confieso que te he leido bastante

°venganza dijo...

Sí, no lo había visto de esa forma. Es lamentable que nos obsesionemos, la mayoría de las veces, con cosas estúpidas y no con las que deberían valer la pena, bajo cierto marco de valores construidos al menos en la honestidad personal (para no sonar muy ambicioso e ingenuo).

Estaba pensando como hacer para guardar experiencias en la memoria sin codificarlas como datos.. ¿Crees que sea posible?

Cœlispex dijo...

¿A qué te refieres con "codificarlas como datos"?

Andrea dijo...

Creo que sí puedes elegir lo que guardas desde el momento en que despiertas un poco de tu propia mente. Evadiendo al pensamiento obsesivo y dándole énfasis al aprendizaje que realmente sirve (en el sentido práctico de la vida).

Andrea dijo...

qué motivacional soné...para alegría de Coelispex

°venganza dijo...

Cœlispex, creo que es un problema concepto lógico tamaño... (Imaginen que aquí se me ocurrió una frase original y entretenida). Tendría que definir experiencia, codificar, datos, ect. Estos días de estreñimiento mental y sin encéfalo-laxantes a la mano, seguro terminaría ahogándome con mi propia baba. (Por último, imaginen que nunca hice esa pregunta).

Andrea, pues sí sonó motivacional. Yo no te recrimino, mientras no sea el preámbulo a la escritura de un libro que se llamara “Los diez pasos simples de Andrea sobre cómo deshacerse de los pensamientos obsesivos o de cómo despertar de su propiamente”... Ja. Pero si entiendo lo que dices, finalmente hay un umbral en el que uno puede decidir, cuando el problema se vuelve conciente. Si de pronto traigo en la cabeza una tonadita estilo “dame más gasolina”, “muévelo, muévelo -¡que sabroso!” Intento recordar la melodía de una pieza Schöenberg, y, después de mi intento fallido, pienso, “¡Madres! Por qué los estribillos del dodecafonismo no se pegan en la memoria como “oh babe, babe, babe, yeah yeah, más babe, etc. babe”, entonces, sin otra salida, pienso en el primer movimiento de la primavera de Vivaldi, bien, pero ahora me siento en el Palacio de Hierro. Bueno, la cosa es que no tenemos acceso voluntario a nuestra memoria, si no ya habría borrado recuerdos como “dame más gasolina”. Creo que lo único que podemos hacer es anular esos recuerdo, intentando, voluntariamente, recordar otras cosas.